El PP gobierna en la península y en las islas exceptuando dos peñones constantemente golpeados por el oleaje. Estos peñones son Asturias y Andalucía. Respecto a esta última, todos los días no levantamos de la cama con una serie de textos que tiran al degüello a Susana Díaz. Mil frases de esta índole: “Susana Diaz sigue inmersa en una espiral de promesas vacías y venta de humo”. “La Junta es un permanente desastre”, etcétera. Incluso Carmen Crespo, que parece moderada, ha dicho al hilo de la precampaña que “la Junta no ha hecho nunca nada en Almería”. Omito por falta de espacio lo que dice la prensa nacional de la derecha. El PP quisiera que todos los días se inaugurara aquí un Corte Inglés, un hospital materno-infantil con los presupuestos de los hombres de negro de Montoro, unas infraestructuras para el AVE, unas instituciones mantenidas con dinero público pero gestionadas por empresas privadas, esto casa muy mal con el esfuerzo que tiene que hacer la Junta para mantener la educación pública, la sanidad igualmente pública, los gastos de la dependencia, la paga a los funcionarios y otras mil urgencias de las clases medias empobrecidas. Curiosamente la crítica del PP es tan cerrilmente perseverante que no consigue su objetivo electoral, hasta el punto que de celebrarse ahora mismo elecciones, Susana Díaz ganaría por seis puntos por encima del partido de Rajoy. ¿Qué quiere decir esto? Que ni la presunta corrupción de los ERES, (quieren hacernos creer que el PP no tuviera corrupción) y ni el largo tiempo que el socialismo lleva en el poder desaniman al pueblo andaluz traumatizado durante siglos por una política de señoritos terratenientes y cantares de todas las primaveras buscando escaleras para subir a la cruz, como dijo Machado. Estamos ya cerca del 28 de febrero, y Susana Díaz hace muy bien en recordarnos aquella gesta en que vino por aquí el centralismo diciendo que el 151 era políticamente una locura. En nuestra subconsciencia llevamos aún esculpido aquel grito reaccionario: “ Andaluces, este no es vuestro referendum”. Gracias a aquel grito que el pueblo asumió como suyo, hoy Andalucía se gobierna por sí misma. Se habla hoy mucho de cambio. A otro perro con esa falacia clasista.
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