Dentro del sistema capitalista es difícil que baje el precio de las cosas. Alguna vez ocurre a causa de fenómenos extraños como la bajada del petróleo o del dinero bancario. Los gobiernos de la derecha suelen apuntarse el éxito como fruto de sus reformas. Pero en general los productos esenciales como son los de la subsistencia (vivienda, alimentos, ropa, medicinas, etc.) cada día suben más. Esto obliga a los gobiernos a subir los impuestos porque dicen que necesitan recaudar más para hacer frente a los servicios públicos. En los ayuntamientos que gobierna el PP, especialmente, esta doctrina es el pan nuestro de cada día. Con una excepción: el paréntesis de la campaña electoral. En los países en los cuales todavía existe la democracia, los gobiernos ponen un engañoso cebo al elector diciéndole entre melifluas melodías que bajaran los impuestos. Los que confeccionan el programa de campaña se devanan los sesos haciendo creer que las cosas suben cuando bajan, o al revés, bajan cundo suben. Lo importante es que el voto suene dentro de la urna, que ya habrá tiempo de desasnar al pueblo. Si ustedes recuerdan, el PP se presentó hace tres años con una propuesta para un país imaginario. No me creo que su tropa de adivinos, muchos de ellos pasados por las más acreditadas escuelas de negocios, no conocieran el estrado real del país. No obstante, siguieron con su oferta propia del mundo de Alicia. Ante tanta maravilla, la clase media cayó como una tonta enamorada de su príncipe azul. Ya saben, ganaron por mayoría absoluta, y ahora cuando el Parlamento exige a Rajoy que explique un poquito lo de Gürtel, el presidente del Gobierno sale cantando por peteneras por las esquinas. Así son ellos, por eso me interesa recordar a la clase media, la que dicen que paga la crisis, que otra vez necesitan bajar los impuestos. Cuidadín, cuidadín, como diría el tío ese de los chistes. Entre unas elecciones y otras, ocurrió los siguiente; bajaron los salarios en general y en especial los de los funcionarios, promovieron un despido casi libre, aumentaron los recortes, dejaron escuálidos los presupuestos de educación y de sanidad, se cargaron la investigación i+d+i, subieron e IVA en cultura (y ahora precisamnte prometen que se podría bajar algo) y no hablo de los jóvenes que se van al extranjero porque se me saltan las lágrimas. Así que no caigan ustedes en la trampa luceferina de la bajada de impuestos.
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