Eratóstenes no bebe gaseosa

Al matemático griego Eratóstenes se le recuerda no sólo por haber desempeñado el cargo de director de la Biblioteca de Alejandría, sino sobre todo por haber deducido con bastante precisión,  doscientos años antes de Cristo, la circunferencia del planeta Tierra sin más herramientas que sus propias manos, unos palos y su capacidad de cálculo. 

Según dicen de él, siempre estuvo motivado por un gran deseo de experimentar que le llevaba a hacer cosas que antes nunca nadie había hecho. Y si algo no ha cambiado desde entonces es que para hacer experimentos hay que considerar todas las variables relevantes que intervienen en el fenómeno, y manipular después las que presumiblemente son su causa sin perder de vista las variables extrañas. 

Y ahora, con los resultados de los pactos municipales sobre las portadas de la prensa de hoy y con la explosiva sensación de incertidumbre que despiden algunas composiciones consistoriales repartidas por toda España, viene bien recordar, aunque ya sea tarde, aquella frase que advertía sobre la conveniencia del uso de la gaseosa en los experimentos como medida precautoria ante otras sustancias más volátiles e inflamables. Ya habrá tiempo de entrar en el detalle fino de los nombres y los cargos, del parto y del reparto de puestos que nos han dejado estas semanas de intenso chalaneo, pero como apunte inicial me gustaría recordar que no hay establecido un registro sobre los éxitos de ayuntamientos multicolores y polimorfos. 

No constan porque nunca han funcionado. Así de sencillo. 

Y eso es una muy mala noticia para las ciudades y pueblos en los que la voluntad más votada ha sucumbido a la legítima adición de minorías entregadas formalmente al cambio, pero simplemente volcadas en la sustitución. Veremos a partir de ahora lo que pasa en ese sobrevalorado “tiempo nuevo” que ha comenzado a contar. Y aunque los experimentos no tienen porqué ser necesariamente peligrosos, coincidirán conmigo en que, por desgracia, no todos podemos ser como Eratóstenes.