Que las televisiones públicas son el botín de guerra del partido ganador de las elecciones, es algo evidente. Por eso nada más llegar al cargo lo primero que hacen los políticos es cambiar a sus equipos directivos. Lo peor de todo es que nos hemos acostumbrado tanto a esa perversión que, hasta los propios profesionales vemos como algo natural esos cambios partidistas.
Ayer mismo el diario El Mundo editorializaba sobre el asunto. Yo sin embargo quiero fijar el objetivo en una profesión, la nuestra, que defiende un derecho fundamental para todos: el de la información y que debe inspirarse y actuar siempre en la defensa de la libertad de expresión. No es que los periodistas seamos previsibles por seguir la línea editorial de los medios en que he trabajamos, la cosa es muchísimo peor es que somos previsibles ideológicamente y eso no tiene un pase.
Alguna vez he contado que, hace muchos años, entreviste a uno de los mejores periodistas vivos de nuestro país y al preguntarle qué prefería tener en el ejercicio de su profesión si influencia o poder me respondido taxativamente que el prefería ser periodista ¡nada más pero nada menos que periodista!
No nos engañemos a los políticos no les gustamos nada, absolutamente nada los periodistas. En el fondo todos y de todas las ideologías políticacas nos desprecian porque sacamos sus trapos sucios a la luz y nos tienen por unos huele- braguetas , entrometidos que les complicamos la vida.
El otro día a cuenta de la destitución de uno de los directores de una televisión autonómica, que ha cambiado de signo político, leí a una periodista con experiencia dedicarle un " váyase" al colega, sumándose como una voz más con los que mandan ahora políticamente. Me llenó de sonrojo el artículo.
Ese artículo se publicó el mismo día que un antiguo compañero mío de Antena-3 me escribía contándome que lo había dejado todo para marcharse a Camboya para hacer unos reportajes sobre los horrores de Pol Pot. Sólo en México el último año han sido asesinados 15 periodistas y se han denunciado 42 agresiones. Ellos son periodistas ¡nada más, pero nada menos que periodistas! y mientras nosotros aquí dejándonos seducir por los que mandan. ¿Quién dijo eso de que perro no come perro? En España en esta profesión cainita y maravillosa ocurre a diario.
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