No sé si muy limpias las mismas. He tenido que ver la serie ante las críticas aparecidas en estos días. Estoy de acuerdo en los acentos, pero mi problema es que no entendía parte de los diálogos. Me viene pasando con algunas películas españolas, hablan muy mal, pero que muy mal nuestros actores, cuando tenemos el mejor equipo de doblaje del mundo. No me preocupa el acento al hablar, pero quiero entender lo que está diciendo el actor. Conozco en parte la vida de los que trabajan en los invernaderos, y no creo que estuviera manipulado para mal, más bien al contrario. Los paisajes son los que existen y entre los invernaderos asfixiantes son. Por cierto, muy bien llevados a la pantalla. ¿De qué nos quejamos? ¿De la imagen que da de nosotros? Es una ficción con ribetes de una realidad ocurrida y sufrida en estas tierras hace años, del trato que se daba al trabajador extranjero y, no sé si se sigue dando en estos momentos, de unos empresarios especuladores y sin escrúpulos, de unos políticos que se creyeron reyes del mambo y dejaron las cajas vacías y de una licenciosa vida que rompió familias con tanta barby rubia como apareció por estas tierras. Durante muchos años tuvimos más bancos que nadie, más clubs de alterne que nadie, más prostitución que nadie, más corruptos que nadie. No nos quejábamos. Se mantenía oculto. Nadie hablaba de ello, nadie escribía sobre ello. Conciencias dormidas. Todo novela o guión se basa en hechos reales, y mar de plástico no podía estar alejada de esa realidad que se vivió y se sufrió en nuestra tierra hace años.
La pregunta que nos debemos hacer los almerienses es: ¿Se siguen viviendo aquellos hechos que nos sonrojan cuando los vemos plasmados en la pantalla? ¿Seríamos capaces de contestar negativamente a tan sencilla pregunta? Pues eso hemos ganado. Podemos sentirnos satisfechos y ver mar de plástico con la tranquilidad de que hemos logrado a lo largo de los años volver a la dignidad que en algunos momentos perdimos.
Los últimos cuarenta años de la Almería agrícola tiene muchas historias, algunas autenticas epopeyas de hombres y mujeres que hicieron de esta tierra un lugar hermoso donde vivir y trabajar, otras que es mejor olvidar pero que están ahí y que de vez en cuando, como en mar de plástico, alguien nos pondrá en el espejo de nuestro cuarto de estar.
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