Los partidos políticos son como los jefes de ventas de cualquier supermercado que en cada elección prometen el oro y el moro. Desde que se impuso la publicidad como estrategia capitalista para adelantar la oferta a la demanda, los políticos también imitaron las tácticas comerciales de los grandes almacenes. Estos días que anteceden a la campaña oficial, imaginamos a las ejecutivas como un corro de chamarileros pensando qué promesas pueden gustar a los almerienses a la hora del voto. Los almerienses han sido tantas veces engañados que tienen la paciencia del santo Job respecto a los bienes prometidos. Son tan buenos y tan respetuosos que se contentan con un poco de lo que soñaron. Los partidos lo saben y por ello los jefes de campaña dividen la antigua promesa en algo que se le parezca aunque no sea. . Así después de muchos de años de esperar el AVE, a lo mejor nos contentan con una reunión publicitaria de alcaldes en Lorca, o una invitación a tomar el tren en Granada previa una paliza de autobús. La derecha lo sabe. Aquí no puede hablar mucho de recuperación porque, en contra de lo que sucede en otras partes, está subiendo el paro. Y tampoco puede aladear de haber traído el Corte jingles, porque las señoras todavía tienen que viajar a Murcia a comprarse el chaquetón es de cuero. Entonces qué otro remedio les queda a los dirigentes de los partidos: hablar de cine que es el arte de los sueños, prometer un gran estudio cine , frustración de esta provincia desde los años sesenta. Hay promesas que recordadas hoy hasta nos hacen sonreír. Un alcalde prometió instalar a todo lo largo de la costa mediterránea un tranvía para que sirviera de enlace entre Poniente y Levante. No hubiera estado nada mal en esta Almería sin salidas. Otro alcalde adivinó que la escasez de lluvia en el Almanzora se debía a que los murcianos robaban las nubes y las colocaban debajo de sus bancales. La solución no podía ser otra que el trasvase, la promesa de las promesas que en todas las consultas sale a relucir. Tenemos la mala suerte de que aquí el poder político se divide entre la Junta y el PP, y casi nunca se ponen de acuerdo para nada. Les sale más barato echarse la culpa de lo que ninguno hace. Como el personaje está en la cresta de la ola, les diré que Rodrigo Rato nos prometió el Ave en el 2005. Diez años después lo seguimos pidiendo.
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