Por primera vez en toda su historia Almería acoge durante unas horas la visita conjunta del presidente del Gobierno, la presidenta de la Junta y el líder de la oposición. La inteligente estrategia que los empresarios del mármol han cultivado con esmero desde que asumieron que el futuro se conquista unidos, ha convertido la provincia en capital política regional y nacional por un día. Nunca está mal que la esquina geográfica se convierta por una noche en el centro de una reflexión compartida entre los gobiernos nacional y regional.
Estamos tan alejados del poder que la distancia acrecienta la convicción certera de que a todo llegamos tarde. No es una queja. Es la constatación de una realidad discriminatoria construida durante siglos de centralismo autoritario en los que no llegamos nunca a nada y durante años de democracia en los que siempre hemos llegado con retraso a todo. Las autovías aún sin finalizar y el AVE sin avanzar son síntomas irrebatibles de tan irrazonables demoras.
Entramado industrial Por el contrario Almería ha sido y es desde el inicio de la Democracia el mejor ejemplo de rentabilidad de la inversión pública en infraestructuras productivas. La conversión del mayor desierto de Europa en la principal proveedora de hortalizas y frutas frescas del continente- de enero a septiembre de este año Almería ha exportado 1.945.470 toneladas con un valor de 1.771 millones de euros- es un hecho tan incontestable como la consideración del sector agrícola provincial como un entramado industrial de extraordinario futuro.
La agricultura mundial ha evolucionado más en cincuenta años que en los casi siete mil transcurridos desde su aparición. Un cambio imparable y en continua, imprescindible y necesaria evolución. El aumento de la demografía, la sobreexplotación a que obligan los sistemas de cultivo tradicionales, la inevitable expansión y degradación del territorio que conlleva ese estrés productivo arcaico y el aumento de la demanda de productos hortofrutícolas, como alimento básico en una dieta equilibrada, convierten Almería en un modelo por el que transitar con garantías en el presente y para el futuro.
La alimentación de los diez mil millones de habitantes que poblarán el planeta en 2050 no podrá ser atendida con un sistema productivo de bajo rendimiento y obligará a aumentar hasta cuarenta kilos por metro cuadrado la producción de algunos cultivos. La agricultura almeriense ya camina en esa perspectiva y a ritmo acelerado. Pero para que el relato de éxito no se detenga es imprescindible que las administraciones, todas y sin excepción, se apresten a asumir esta realidad desde el compromiso de cooperar decididamente en su desarrollo.
La agricultura almeriense y su industria auxiliar- mucho mas del 20 por ciento del PIB provincial; más del 40 por ciento de las exportaciones agrícolas andaluzas, decenas de miles de personas trabajando en ella- es una estructura productiva con muchas fortalezas, pero también con debilidades.
El AVE, una necesidad Una de esas debilidades es la lejanía geográfica con los mercados europeos. Disponemos de un importante servicio de transporte por carretera, pero, para ser competitivos con otros territorios productivos como Holanda, Turquía o Marruecos, es inaplazable la llegada de la alta velocidad a la provincia. El AVE no es solo un medio de comunicación para viajeros. Es también- y en qué medida- un instrumento de transporte de excepcional importancia competitiva. Para llegar antes y en mejores condiciones a los centros de comercialización, el AVE es imprescindible. Así debe contemplarlo el gobierno central y el olvido a que ha sido sometido el tramo Murcia- Almería en esta última legislatura, en la que no se ha avanzado, no puede continuar en el futuro inmediato. Almería no quiere un AVE para viajar, o no quiere un AVE solo para viajar: quiere un ave para generar riqueza, puestos de trabajo y bienestar social. No es un lujo, es una necesidad a la que hay que acercase desde la autoexigencia a que obliga la gestión de las infraestructuras productivas.
Como es una obligación también hacer de Almería un espacio vital en el que miles de ciudadanos del resto de Europa puedan encontrar aquí un lugar donde vivir. La experiencia de la llegada de ingleses a las comarcas del Levante y del Almanzora ha sido, hasta ahora, un ejemplo desolador de como la realidad social va por delante de la torpeza administrativa. Si Almería ha sido un territorio de acogida para más de cien mil inmigrantes del sur, ¿por qué no puede serlo también para los miles de convecinos europeos que quieren pasar aquí su jubilación? ¿Por qué facilitamos, con satisfacción solidaria, la llegada de unos y entorpecemos, con ceguera económica y cultural, la venida de otros?
Está escrito en La Torá y en el Evangelio de San Marcos que no se hizo el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre. Apliquemos esa ley escrita hace miles de años y no perseveramos en la torpeza continuada de no hacer nada o hacerlo mal. Las Normas - urbanísticas, legales, laborales o sociales, en fin, todas-, no son un fin en sí mismas, son instrumentos de perfeccionamiento y acomodación de la realidad a las demandas sociales.
Modificación de normas Si en la Alta Velocidad es el Gobierno Central el que tiene las competencias, en la ordenación del territorio es la Comunidad Autónoma la que debe modificar su forma de proceder hasta ahora.
Mariano Rajoy y Susana Diaz son los presidentes del Gobierno y de la Junta que, en sus mandatos, más han visitado Almería. Les conozco y sé de su interés por la provincia y del conocimiento de sus aspiraciones. No es cortesía. También sé que en la cena de anoche en Macael, además de la cortesía, las reivindicaciones de Almería estuvieron sobre la mesa.
Lo que espero es que no caigan en saco roto. Hay cosas que no pueden esperar. Y Almería, tampoco.
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