Feliz solsticio a los sansirolés

“Aun teniendo que celebrar por imperativo legal la Navidad, no están dispuestos a dotarla del tono propio”

Jose Fernández
01:00 • 03 dic. 2015

No diga Navidad; diga “solsticio de invierno”. No diga belén; diga “escena invernal”. No diga alcalde megaprogre; diga “sansirolé”, que es una hermosa palabra que ya no usa casi nadie. Ahora que los ayuntamientos de toda España se afanan por decorar sus ciudades y pueblos de cara a la temporada navideña, en las localidades que cuentan con la suprema dicha de tener a un alcalde podemita (generalmente sostenido por el PSOE) se están produciendo situaciones que ya vimos anticipadamente en las cintas de VHS del videoclub con las películas de Antonio Ozores, ese gran visionario. Y es que, al margen de las ocurrencias de corte secesionista o asambleario que cada dos por tres nos sueltan alcaldes y alcaldesas de gran predicamento mediático, es muy notable el festival de paridas que están obrando estos ayuntamientos para explicar que ellas y ellos, aun teniendo que celebrar por imperativo legal la Navidad, no están dispuestos a dotarla del tono propio que explica la razón de dicha celebración. Tolerancia cero con lo carpetovetónico. Y así, la alcaldesa de Barcelona, doña Ada Colau, ha anunciado que otra Navidad es posible y que con el solsticio de invierno “celebramos el triunfo de la luz sobre la oscuridad, un momento que anuncia la primavera que llegará pronto”. Al mismo tiempo, su homóloga en Madrid, doña Manuela Carmena, va eliminando belenes y sustituyéndolos por juegos de luces sin pesebres, ni ángeles, ni nada que recuerde el motivo por el cual medio mundo celebra esos días. Pero no crean que ver hacer el ridículo a una izquierda acomplejada y absurda es el signo de los tiempos actuales. En Almería, durante el último gobierno municipal PSOE+IU (1999-2003) ya se prohibió el belén municipal para no herir la sensibilidad de otras confesiones religiosas y dar de paso una lección de modernidad haciéndole la puñeta a miles de niños almerienses. Con lo fácil que sería para estos alcaldes renunciar a las vacaciones, trabajar normalmente en Navidad y dejarse de postureos. 







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