¿Pintamos algo los ciudadanos?

Si Rajoy y Sánchez hubieran dimitido tras su derrota se habría evitado este follaero. Felipe ¿un dinosaurio? Votamos y si te he visto no me acuerdo. Los ciudadanos debemos reb

Fausto Romero-Miura Giménez
01:00 • 31 ene. 2016

Si me hubiera muerto antes de que Aznar enloqueciera y metiese a España en la Guerra de Irak, habría desaparecido de este mundo entendiendo a mi país. Desde aquel momento, me siento desterrado de la razón y de la democracia, si ésta es el gobierno del pueblo y para el pueblo.
Han pasado trece años.
¿Y?
Lo más novedoso es que hay un nuevo rey, al parecer no muy puesto, que propuso como Presidente del Gobierno a quien no podía conseguir la investidura. ¿Para qué sirven, pues, las consultas regias? Claro, así resulta que tenemos el país ingobernable en que nos hemos convertido.
¿Hemos cambiado tanto los españoles? ¿Está tan desestructurada España y su democracia? ¿Hemos desaparecido –el pueblo- como pueblo, como sociedad civil? ¿Somos, sólo, unas meras manos que sólo tenemos derecho, cada cuatro años, a echar una papeleta en una urna con nuestra abdicación de cualquier derecho?
¡No, no, no, pobres diablos, que hacen bueno el “si quieres conocer a Juanillo, dale un carguillo”! ¿Pero qué se han creído esas pobres gentes, muchos de ellos incapaces de ganarse la vida fuera de las listas de sus partidos? 
La democracia es el respeto a la voluntad del pueblo, por lo que parece llegado el momento de que la sociedad civil –el pueblo y su conciencia crítica, esencia de la democracia- recupere el protagonismo e impida que los políticos invadan, para despreciarla, la soberanía popular: el soberano, es el pueblo; ellos, meros servidores, mandatarios de ese pueblo. 
¡Si es que, además, todos han perdido, qué se han creído! Pedro Sánchez, con su negativa a hablar con el PP y su obsesiva idea de un gobierno “de izquierdas”, me recuerda lo que dijo Ortega y Gasset: “Ser de izquierdas, como ser de derechas, es una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser imbécil: ambos son dos formas de hemiplejia moral”. Y a Azaña: “ninguna política se ha de fundar en la decisión de exterminar al adversario”.  Y, en la percepción cada vez más generalizada de que sólo se importa él en su afán alocado de hacer pipí y dormir, al menos una semana, en La Moncloa, -gracias a la “sonrisa del destino que tendrá que agradecerme”, que ha dicho Pablo Iglesias- una sabia reflexión de Elena Ferrante en su hermosa novela “La niña perdida”: “Es una inteligencia sin tradiciones. No es nadie. Y, para el que no es nadie, convertirse en alguien en más importante que cualquier otra cosa. La consecuencia es que es una persona de poco fiar.” 
Insisto: no entiendo nada. Nada. Y soy infeliz en esta España. Sobre todo porque pertenezco a la generación que –como todos los españoles de la época- protagonizó la Transición y conocí personalmente a los mejores y sé cuánto se dialogó y a cuánto se renunció para desbrozar la selva en la que estaba prisionera la democracia. Y cómo Fraga acabó presentando en público libros de Santiago Carrillo… 
¿Qué hemos hecho tan mal? ¿Somos tan pobre gente los españoles para estar gobernados por incapaces? ¿Cómo puede, ¡peazo cazurro!, el alcalde de un  pequeño pueblo llamar, en televisión, dinosaurio amortizado a Felipe González?
Pero, claro, si Felipe es del Jurásico, ¿a qué periodo pertenecerán los 34 ex ministros que han firmado el manifiesto sobre la necesidad “de un Gobierno de amplio respaldo… por encima de ambiciones personales… con el espíritu de la Transición: generosidad, diálogo, concordia, realismo y tolerancia”.
Y, Felipe, ha declarado en El País: “Parece que… no sabemos ni a dónde vamos ni quiénes somos… El Partido socialista, que ha sufrido una derrota clara en las urnas,  debería haber considerado la voluntad de los ciudadanos… “Pedro Sánchez tiene que hablar con todos…” Y añadido que no hay una mayoría progresista en el Parlamento y que Podemos “quiere liquidar, no reformar… Es leninismo 3.0” 
Alfonso Guerra ha venido a llamarle, a sensu contrario, insensato y egoísta-egocéntrico, pues le ha recomendado “que sea muy sensato” y “que tenga en cuenta,  sobre todo, los intereses del país”
En fin, cincuenta dirigentes históricos del PSOE han concluido que sería un grave error un pacto del con Podeos. El Comité federal de ayer, lo doy por pasteleado.
A raíz de las Elecciones, escribí mi sorpresa porque no hubiesen dimitido los dos perdedores: Rajoy y Sánchez. ¡Y van de ganadores! Pero, claro, si hubiesen dimitido aquella noche, no se habría liado todo este follaero, que es tan miserable que obedece a una mera y mutua repulsión personal: no tiene nada que ver con los programas, ni con las ideas, ni con el sentido de la patria. De haber dimitido, muerto el perro se habría acabado la rabia que padecemos.
¡Aúpa la ciudadanía!


La infanta chupará banquillo El día 17 me preguntaba: “pero, ¿Hacienda no éramos todos?”, y sostenía que Cristina de Borbón no podía ser exonerada del banquillo a pesar de los esfuerzos de la Fiscalía y de la Abogacía del Estado, convertidas en abogados suyos.
La Audiencia de Palma de Mallorca ha razonado igual que yo: la acusación popular está legitimada porque en el delito fiscal se lesionan bienes de titularidad colectiva –“Hacienda somos todos”-, los impuestos con que pagar sanidad, educación, justicia, pensiones, desempleo…


¿Traicionar a un amigo? Decía Aristóteles: “La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas.” Pero del tabaco como amigo no dijo nada, por lo que no me siento desleal al tratar de cortar una amistad de toda la vida. 
He vuelto en busca de apoyo al Curso organizado por la benemérita Asociación Almeriense de la Lucha contra el Cáncer, que dirige Xesca Villafaña, una Psicóloga inteligente, empática y cercana, que ha logrado convertir a los mártires en una piña ilusionada e interactiva, llena de fe.




Historias en zapatillas He leído “Historias en zapatillas”, de  Antonio Ríos Luna, traumatólogo y atleta: ha completado ocho  maratones, varios triatlones y un ironman.
Es una especie de novela, amena, -cuyos beneficios son para la Asociación Almeriense de Esclerosis Múltiple-, vivida por varios personajes muy distintos entre sí pero todos los cuales al final, encuentran la horma –buena- de su zapato. Es, pues, un libro de autoayuda de la salud, muy útil, que nos incita a hacer ejercicio, dejar el sillón… y mejorar de vida. 


 




 


 





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