Unai Emery (Fuenterrabía, Guipúzcoa, 1971), hijo y nieto de portero, futbolista y entrenador. Emery ya no puede esperar. Probablemente a él tampoco le esperarán. Desde que dio el salto al PSG su listón de exigencias está en la consecución de títulos mayores. No entrena a un equipo segundón sino a un primera fila europeo, que este año ha desembolsado un gasto astronómico en fichajes y cuyas expectativas sólo se alcanzan con la consecución de la Champions. Todo lo que quede por debajo será un fracaso, mayor incluso que el ridículo cosechado, acentuado por un desafortunado arbitraje, al perder en 90 minutos una ventaja de cuatro goles en la polémica remontada del Barça. Al final, arderá Madrid o París. Lector voraz. Es una persona que sabe escuchar, metódico y uno de los pioneros en apostar por el estudio y aplicación de técnicas psicológicas en la gestión del vestuario. Entiende de egos. La inteligencia emocional es su fuerte como está demostrando con las megaestrellas de su actual equipo. Emery se juega agrandar su figura mediática, pero su prestigio permanece intacto por las ciudades donde ha estrenado: Lorca, Almería, Valencia y Sevilla, ignorando el paso por la liga rusa: “Habrá gente que te quiera más o menos, pero no vivo para que me quieran. Lo que viví en Sevilla fue muy grande, en cualquier caso". La inteligencia es la capacidad de adaptarse al cambio. Y así lo hizo en Valencia, cuando los capitanes ni se hablaban. Jugadores llevaban tiempo levantándose tarde los días de partido y juntaban desayuno y almuerzo. Modificó la forma de trabajar. Ha demostrado ser un gran gestor de trabajadores, de caprichosos, de maleducados, de egos. En Almería, a sabiendas de que Felipe Melo era el mejor, no lo alineó en varios partidos para ir administrando su temperamento. Supo sacarle lo mejor y conseguir euros para el patrimonio del club.
En 2008, antes del golazo de Iniesta que nos dio el Mundial, vaticinó que los mejores en España eran el propio Iniesta y Villa porque juegan con las dos piernas, caen a banda y tienen gol. El Almería de Emery, ese año, ganó 2-0 al Real Madrid, sin duda la victoria más mediática de la historia rojiblanca. El público abandonó el Mediterráneo y nos quedamos solos el entrenador y este periodista. A 20 metros el presidente Alfonso García con familiares. Nunca olvidaré su cara de satisfacción y el recuerdo que tuvo para todos los entrenadores. “Cuando firmas por un club, ya te están indicando que te llegará el camino de salida porque nadie es imprescindible. Entiendo la soledad del entrenador”. Emery planteó un partido en el que dio una lección al entrenador madridista Schuster. El 1-0: Mané tocó en corto para Miguel Ángel Corona quien la puso en la cabeza del malagueño Juanito. En el segundo tiempo, jugada de Corona y Crusat que acaba en derribo de Cannavaro. Penalti que transformó Negredo. El Madrid pasó a dominar. Van Nistelrooy no finalizó las jugadas de Robinho y Raúl. Carlos García se erigió como el mejor defensor. Diego Alves detuvo cabezazos del holandés, una volea de Guti y sobre todo remates de Baptista y Ramos, a la desesperada. Los periodistas Txabi Ferrero y Joaquín Amérigo publicaron Almería-Emery: de la A a la Y, impulsado por el añorado Miguel Naveros, entonces presidente del Instituto de Estudios Almerienses. Sería bueno releer dicha obra para saber de sus inicios.
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