La vida de Cristóbal Manuel López (Buenos Aires, 1956) está marcada por dos momentos cruciales. Uno se remonta a un día del año 1976. Sus padres eran una pareja de almerienses que emigró a la Argentina en 1953 con el objetivo, que afortunadamente consiguieron, de “hacer las Américas’. Ese día, Cristóbal padre, la madre y el administrador de sus empresas viajaron a Neuquén a recibir la notificación de una importante adjudicación de Gas del Estado. La madre nunca viajaba para esos asuntos, pero esa vez se apuntó: “¿Por qué no puedo ir con tu padre y de paso paseamos un poco?”, reclamó a su hijo, que era quien tenía previsto acompañar al padre. En un momento del viaje se dispusieron a tomar mate. Llevaban desabrochado el cinturón de seguridad. Al padre se le cayó algo al suelo del coche. Se agachó y, cuando se incorporó, tenía un camión encima. El matrimonio salió despedido y los dos fallecieron.
La fortuna del matrimonio López se calculaba en un millón de dólares de la época. Un dineral. La más grande de Comodoro Rivadavia. Se la repartieron entre sus dos hijos, Cristóbal Manuel y María José. A partir de entonces, los hermanos organizaron sus negocios por separado.
El joven Cristóbal no se acobardó cuando tuvo que asumir la gestión de los negocios heredados. A los 15 años ya vendía pollos por la Patagonia. Un domingo su padre invitó a comer al director Banco Nación, y el adolescente le hizo una propuesta: que le concediera un préstamo para comprarse una camioneta. “Si te avala tu padre, concedido lo tienes”. Esa misma semana hizo el reparto de pollos con el nuevo vehículo. A partir de la muerte de sus padres, los negocios de Cristóbal López crecieron como la espuma. El Grupo Indalo se convirtió en uno de los emporios más florecientes de la república.
Segundo momento clave
El segundo momento clave sucedió en 1998. El Grupo Indalo tenía ya una plantilla de más de 10.000 trabajadores. Una de sus empresas petrolíferas, Almería Austral, fundada en 1991, pasaba por un momento difícil. El sector soportaba una gran crisis. Sus 456 trabajadores hacían continuas huelgas. La empresa estaba a punto de quebrar. Sus ocho equipos de perforación yacían parados. YPF le suspendió el contrato del golfo San Jorge. La nómina mensual de 900.000 dólares era inasumible. “Cristóbal no dormía. Se la pasaba haciendo cuentas toda la noche, y tenía miedo de que los petroleros le hicieran un escrache”, ha contado un empleado de entonces a Luis Majul, autor de ‘El Dueño’.
Fue entonces cuando Cristóbal tomó una decisión atrevida: disputarle una adjudicación del petrolero Pérez Companc a la todopoderosa norteamericana Pride para perforar en El Calafate, uno de los lugares más fríos del continente. El pliego de condiciones exigía equipos para trabajar a 30 grados bajo cero que solo Pride tenía. López hizo traer lonas, caños y calderas especiales desde Canadá para cubrir sus equipos. “Nos gastamos –recordaría a Majul- medio millón de dólares, porque, si no ganábamos ese contrato, teníamos que cerrar”.
Interviene Kirchner
Presentadas las ofertas de Pride y Almería Austral, un miembro de la mesa de calificación le hace llegar a Cristóbal un mensaje: su oferta era la mejor, pero la sombra de Pride era alargada. El empresario estaba a punto de enloquecer. Entonces se dispuso a jugar su última carta. Recordó que uno de los mejores clientes de su concesionaria de camiones Scania, Pablo Grasso, era a su vez amigo de Néstor Kirchner, gobernador de Santa Cruz. Le explicó la situación. “Pablito, necesito hablar con el gobernador, es el único que puede salvarme del desastre”. A las cinco y media de la tarde Grasso llamó a Cristóbal: “Te paso con el gobernador”. A López le temblaban las piernas. Le contó su relato. “Señor López, solo necesito una cosa: que me asegure que lo que me está diciendo es la pura verdad”. “Es la pura verdad, señor gobernador”.
“Julio, llamá ahora mismo a la gente de Pérez Companc. Deciles que, si no le adjudican el negocio al señor López, no pisan más esta provincia”, ordenó Kirchner a Julio de Vido, su delegado de Economía. Almería Austral resultó adjudicataria. Se había salvado de la quiebra. López reunió a su socio Fabián de Sousa y a sus hombres de confianza y les informó de la buena noticia. “Tenemos una deuda eterna con el gobernador. Ha evitado una injusticia. Hay que estarle agradecidos de por vida”. Kirchner, cuatro años después, en 2003, era proclamado presidente de la república. En 2001 López vendió Almería Austral precisamente a Pride. “Por una barbaridad”, según confesó. “No querían solo equipos de perforación, querían sacarme del mercado. Y eso les costó caro. Se podría decir que esa venta fue la primera coronación de mi carrera empresarial. Y también se podría entender por qué me enojo cuando dicen que soy el testaferro o el socio de Kirchner. ¡Si, cuando yo vendí Almería, Kirchner no había asumido la Presidencia!”, explicó al autor de ‘El Dueño’.
Un ‘empresario K’
Se intentó guardar en la discreción la mediación de Kirchner en favor de Almería Austral. Pero en Argentina eso es imposible. Lo sabía mucha gente. Por eso, tras la toma de posesión del nuevo presidente, a Cristóbal López le bautizaron como el ‘empresario K’. Que si era su testaferro, que si era su socio… Desde el Grupo Indalo siempre se desmentían las insinuaciones, pues no en vano la mayor parte de sus empresas se fundaron mucho antes. Clear (Cristóbal López Empresa Argentina de Recolección), con 1.080 empleados, se fundó en 1980. La Proveedora de la Construcción, con 120 personas, data de 1988. Feadar, la concesionaria de Scania, con 55 empleados, se fundó en 1990. Casino Club, con 2.300 empleados, data de 1991. Antes de conocer a Kirchner, López explotaba casinos en La Pampa, Misiones, Tierra del Fuego y Mendoza. En 1991 le fue concedida la recogida de residuos de Comodoro Rivadavia. Su concesionario de Toyota se creó en 1994. Indalo Aceites fue registrada en 1997 y contaba con 300 empleados. Indalo SA, de transporte de pasajeros, con 350 empleados, inició su actividad en 1998. Y así muchas más.
Grupo Indalo era un conglomerado empresarial en continua expansión. Lo era antes de la llegada de Kichner a la presidencia de la república y también después. En 2009, sus empleados eran 11.620. En 2017, casi 18.000. Florecieron los nuevos negocios: hipódromos, casinos, agricultura, red de apuestas online, máquinas tragaperras, construcción, alimentación, ingeniería...
Dos graves errores
Con los Kirchner en el poder, Cristóbal López cometió dos errores de bulto. Hasta entonces era un emprendedor respetado por todos los medios de comunicación. Pero cometió un pecado mortal: adentrarse precisamente en ese sector. ‘Clarín’ y ‘La Nación’ le declararon la guerra. Empezó comprando en Comodoro Rivadavia ‘Radio del Mar’, la revista ‘Noche Polar’, ‘Diario El Patagónico’ y ‘FM 90.3’. En 2012 dio un golpe de efecto al adquirir el canal ‘C5N’ y ‘Radio 10’. Posteriormente se sumaron a Grupo Indalo ‘Canal 9’, la productora ‘Ideas del Sur’, el diario ‘Ámbito Financiero’, el canal ‘CN23’, el diario ‘El Argentino’ y ‘Radio Vorterix Rock’. Y otros más. La inversión total en medios de comunicación fue de 250 millones dólares. A la vez, ‘Clarín’ era un enemigo a batir por los Kirchner, pero Grupo Indalo era –y es- un enemigo a batir por ‘Clarín’.
Un ‘error’ demasiado grave
El segundo error de Cristóbal López fue de tipo fiscal. Cobraba el Impuesto a la Transferencia a los Combustibles (ITC) y no lo ingresaba en Hacienda. Su deuda en 2017 alcanzaba los 8.000 millones de pesos (unos 300 millones de euros). El Gobierno le concedía continuos aplazamientos de pago. Con Mauricio Macri en el poder, la presión hacia el Gobierno por parte de ‘La Nación’ y, sobre todo, de ‘Clarín’ se intensificó. Había que hacer caer del caballo al “empresario K”. Jueces y políticos se sumaron al acoso. En 2016, Grupo Indalo sale al paso y aclara: 1. Que Oil Combustibles declara con transparencia los impuestos. 2. Que los aplazamientos de Hacienda son tan legales como los que se aplican a otras diez sociedades. Y 3. Que no existe con anterioridad ningún procedimiento administrativo o judicial tendente al cobro de deuda de Oil Combustibles. “Quedará al descubierto que la campaña contra Grupo Indalo oculta el propósito de llevarlo a una situación que lo obligue a vender sus activos, en particular las empresas de comunicación, que actúan de modo independiente a los grupos de medios concentrados y garantizan la pluralidad”.
Ingreso y salida de prisión y vuelta a entrar
La presión mediática, política y judicial llevaron al juez Ercolini a decretar el ingreso en prisión de Cristóbal López. Entró en la cárcel de Ezeiza en las vísperas de la Navidad de 2017, junto a su socio, Fabián de Sousa. Tres meses después, fueron puestos en libertad por la Sala I del tribunal de apelaciones. “Yo no me quedé con nada. Al revés, le puse de mi bolsillo 700 millones al Grupo Indalo", dijo López al salir de prisión. Y añadió: “No he estado preso, sino secuestrado. Lo que dice el magistrado que hice es mentira. Pregúntenle quién le dijo que me metiera preso. Una cosa es tener deuda y otra es evadir impuestos”. Sobre los Kirchner, manifestó que con la expresidenta no tenía relación alguna, pero “todo lo que huela a Cristina hay que meterlo preso". Cristina y sus hijos también han sido procesados estos días por corrupción.
Tras las excarcelaciones, la Hacienda argentina apeló a la Cámara de Casación Penal. El 28 de abril de 2018 Cristóbal López y su socio han entrado nuevamente en prisión. Y allí siguen. “La Cámara volvió las cosas a su lugar”, sonríe ‘La Nación’, “porque con los 8.000 millones que retuvo durante la gestión kirchnerista capitalizó al Grupo Indalo y se hizo de un holding de medios para defender al anterior Gobierno”.
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