Artista y maestro de la cámara, ‘Ché’, como le se le conoce en el mundillo, retrata con gran angular la sociedad almeriense desde su particular punto de vista. Uno mordaz, ácido e incisivo que pelea siempre por restituir el baluarte de la cultura como eje fundamental
¿Puede hacerme una panorámica de esta Andalucía electoral?
Sería una panorámica teatral, donde cada uno interpreta su papel. En la que hay actores nuevos en el reparto y gente que se está jugando el ser protagonista o de relleno. Y creo que ahí está el ‘intríngulis’ de las elecciones.
¿Sigue vigente aquello de que “El que se mueva no sale en la foto”?
Más que eso, la gente ahora está buscando su sitio. Están dando codazos, moviéndose para aparecer en la fotografía final.
¿Usted prefiere a los que se mueven para estar, los que se mueven para molestar o los que remueven?
Yo creo que hay que moverse para hacer. El problema de la política ahora es que se mueve para estar y no para hacer. Y en Almería tenemos el mayor ejemplo. A mis amigos de fuera les explico que a los políticos de Almería se les cayó el Ayuntamiento encima; su propia casa en ruinas, la dejadez absoluta. Y no hablo sólo de un partido.
¿Hay algún candidato a quién le gustaría retratar?
No, no me seducen los políticos en general. En Andalucía, al menos, no. Pero sí hay un personaje que últimamente ha surgido y que me ha llamado la atención por todos los elementos que ha tenido en contra y por cómo ha renacido de sus cenizas: Pedro Sánchez.
¿Hay temas sobre los que merecería la pena hacer más zoom?
Sí, pero eso no es actual En cualquier programa la cultura o no aparece o lo hace con cuatro palabras vagas.
Parece que, en Almería, hay muchos dispuestos a votar como si estuviéramos en blanco y negro...
Aquí hay una idiosincrasia muy peculiar. Lo único que le veo de positivo a eso es la fragmentación de la derecha. Ahí tienes a Rivera, por ejemplo, resistiéndose a llamar “ultra derecha” a Vox, o al PP, negándose a condenar el franquismo. Si todo esto lo vieras en una película de Berlanga, te haría mucha gracia.
Habrá a quién le de más miedo que risa.
Si nos ponemos serios, sí que puede haber algo peligroso. Yo, de entrada, prefiero llamarlo divertido, pero tenemos una responsabilidad como sociedad. Lo que no me parece gracioso es llamar “nostálgicos” a los que se manifiestan en favor de Franco. Hay que llamar alas cosas por su nombre, son fascistas.
¿Puede definirse a sí mismo?
Soy un tío que se come la olla mucho.
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