Es uno de los relatos más habituales que actualmente se escucha, pero uno de los pocos que salen a la luz y, en especial, de alguien que se siente arrastrada de su tierra, cuando todavía no había cumplido cuatro años, a otra tierra, en la que se la considera una "extranjera".
Resurreción Pérez, de 68 años y de familia y raíces en el municipio almeriense de Albox, emigró cuando todavía era una niña, con solo 3 años a Cataluña.
Corrían los años 50, el franquismo, y sus recuerdos no son tan placenteros como ella quisiera. Su padre estaba en el bando de los rojos, luchó contra Franco y acabó como muchos, en un campo de concentración. Los recuerdos aún se mantienen vivos, a pesar de los años, la situación que está viviendo actualmente en Cataluña le ha evocado de nuevo a un odio que "creía haber olvidado".
"Desde la infancia he estado marcada por el odio de ellos (los catalanes) hacia nosotros, los invasores, como nos llamaban a aquellos que teníamos que emigrar. Estuve viviendo en un entorno precioso, el Valle de Arán, (comarca situada al Norte de los Pirineos), pero a pesar del entorno, eso no evitó los enfrentamientos que tuve que soportar contra los separatistas", relata Resurrección. De aquel episodio, surgió un profundo dolor y odio.
"Lo bueno que tengo, lo aprendí de mi familia y se lo debo todo a ellos, pero lo malo, el odio, es de esta gente que solo te dice "Vete a tu país", "eres una extranjera" "habla catalán y no castellano", explica la poeta almeriense, que, durante estos años, ha podido evadirse en su profesión, escribiendo entre versos y prosas sus emociones.
Una guerra independentista
Tras la muerte de Francisco Franco en 1975, Resurrección conoció a un catalán con el que se casó y tuvo una hija. Si la vida, según ella, se ha portado bien, ha sido porque "su hija y en general, su familia, no han salido separatistas". Para la almeriense, esta situación antes estaba algo controlada y encubierta, nada con lo que ahora se vive, en el día a día de ella, y muchos de los que viven en Barcelona.
"Me insultan por la calle, y no solo eso, ahora todas las familias están divididas. Que me llame mi hermano y me diga que mi sobrino Álvaro va a venir a verme pero, que no hable de política porque su novia es independentista, y yo tenga que callarme toda la rabia contenida, es una vergüenza", detalla la almeriense, que entre dolor y desesperación, afirma "maldigo el día que me trajeron mis padres aquí".
Una "guerra" que lleva abierta décadas, que muchos no han elegido, y que, como relata Resurreción, "cada día va a más y peor".
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