“También hay situaciones que te arrancan una sonrisa”

Después de quince días intensos de trabajo, soy mucho más consciente de lo que está pasando, y de lo que las personas están sufriendo. Me ha dado mucho más tiempo a conocer a mis pacientes, y encariñarme con ellos, a adaptarme a mi nuevo hogar que es el hotel, y a tener a mis compañeros como una nueva familia. Tengo sentimientos encontrados, puesto que el comienzo fue durísimo, ya que se murieron varios pacientes, pero también hay situaciones que me arrancan una sonrisa, cuando algunos de ellos mejoran notablemente.

Pero a la vez, ya hay algunos compañeros que han abandonado, porque emocionalmente es todo muy duro. También un compañero se ha contagiado. Y yo echo mucho de menos las comidas de mi madre, las charlas con mi abuela, las clases de Sexología con mi padre, el cariño de mi novio, un café con mis amigos, y unos bailes con mis amigas.

Hoy hace más calor que otros días, y eso hace más duro soportar el EPI, pues los sudores son difíciles de soportar, el agobio y la tensión aumenta. Como somos humanos, hay momentos que las enfermeras, auxiliares y celadores, que somos los que estamos al pie del cañón, podemos tener fricciones, pero luego los resolvemos. Hoy, para ello, cuando nos hemos quitado los EPI, y hemos salido a la puerta del hospital, y como no podemos abrazarnos, nos hemos cogido de los “guantes”, nos hemos puesto a llorar, y nos hemos mirado a los ojos, y hemos bailado la canción “Resistiré”. Así hemos liberado tensiones, y luego vuelta a los EPI, para hacer la segunda ronda. Nos ha servido mucho, porque son situaciones muy duras, porque lo estamos pasando muy mal. Pero juntos ¡venceremos!

A veces se nos olvida el coronavirus, y hoy no he podido reprimir el impulso de abrazar a Dolores, con el EPI puesto, pero la he abrazado. Dolores es una mujer de 90 años, superculta, que me dice que, si sobrevive a esto, me va a invitar a comer, por todo lo que nos conecta. Luego me he desinfectado, pero no he podido reprimirme. Son ejemplos de resiliencia, de entereza, de ternura, de amor. Es el momento para todas esas cosas. Y momentos como ese, y como el baile con las compañeras, los que te dan fuerzas para seguir, para cargarte y para asumir lo que la verdadera vocación enfermera supone: ayudar. Y das gracias por tener la suerte de poder hacerlo.