En casa - Día 42

Cuando oscurecía la tarde del domingo, anteayer, repasé la música de los años 80. Fue una década, en mi opinión, irrepetible. Creo que no ha habido tanto talento musical al mismo tiempo, con la excepción y veneración a mis Beatles. ‘Orleans’, ‘The Eagles’, ‘The Alan Parson Proyect’, ‘Pink Floyd’, ‘Brincos’, ‘10cc’, ‘Barbra Streisand’, ‘Phil Collins’, sería interminable la lista. Escuchaba canciones una tras otra. Sin más, tomé un folio y un rotulador de tinta verde. Comencé a escribir frases a secas, sin pensarlas. Al papel blanco le brotaron esquejes de este tipo: “Atravieso un campo de girasoles en día de nubes. Buceo en una pecera vacía de agua. Riego una maceta que no tiene tiesto. Regalo un ramo de flores sin tarjeta. Una gaviota come de mi plato. El reguero de hormigas arrastra una palabra. Enciendo la bombilla que le falta el casquillo. Escucho a un grillo con alas de mariposa. Intento volar a la puerta del cielo. Bebo agua de un arroyo seco. La cigarra habla con lengua de signos. Una lagartija se ha perdido en la pared. La amapola se queda sin flor. A la fregona le falta el mocho. Escribo a mano con los dedos en las teclas. Mi guitarra guarda el diapasón en la funda. Veo cerca con gafas de lejos”. Llegado aquí, Rod Steward me hizo un proposición que no pude rechazar.

El planteamiento consistía en pedir a mis familiares y a mi círculo de amigos que me enviaran una frase, la primera que les surgiera en ese momento. ¿A estas horas, Rod? Sí, ahora, no lo pienses. Dicho y hecho. La respuesta ha sido extraordinaria. Nadie preguntó por qué o para qué. Sencillamente me han enviado su frase. ¿Oculto que me emocionó? No puedo. Dejo que Carole King diga por mí ‘Youve Got a Friend’.

Rod Steward me convenció de que publicara las frases recibidas. Hombre, Rod, alguien se puede molestar. No, no, es un juego, cada uno reconocerá su frase, pero no sabrá jamás quien escribió cada una de las demás. Será una red de pensamientos a bote pronto. Bien, ahí van; las reclamaciones a Rod Steward: “Estoy hasta los ñitos del Covid-19, ¿no ocurre nada más en el mundo? Desperté un día y mi trabajo había desaparecido. Deberíamos mirar a los lados y no sólo de frente. Compartir vida y esperanza. Con muchas ganas de ver a mi familia. Al despertar me pregunto ¿qué vida futura tendremos? Tú y yo nos conocimos en un avión hacia Marruecos, me acuerdo de nuestra conversación, era otra vida. Disfrutar de la playa. Somos más fuertes de lo que pensamos. Esto es un infierno. La vida es como la tortilla: sin huevos, imposible. Mientras hay vida hay esperanza”. John Lennon me pide intuir lo por venir. Lo lamento, amigo, se me escapa, no soy tan soñador como tú. Imaginaste John que no hubiera ‘infierno bajo nosotros’, yo no sé si abajo lo habrá, aunque si te digo que ahora todo el mundo comparte el abismo del tormento. Lo escribo mientras te escucho, porque yo, sin dudarlo, me quedo en casa.