Albox es el patio de una infancia repleta de recuerdos alegres y coloridos. También de los primeros afectos, grandes amistades y, como ella dice, “el mosaico de vidas variadas” que la asombraban y la abrieron al mundo. Para Isabel Sánchez Serrano (Albox, 1969), secretaria central del Opus Dei que acaba de publicar con Espasa el libro ‘Mujeres brújula en un bosque de retos. Los desafíos del siglo XXI’, en este pueblo de 12.000 habitantes están asimismo los primeros dolores y decepciones, “pero integrados en un conjunto muy positivo”.
Una galería de ‘mujeres brújula’
En el libro ‘Mujeres brújula en un bosque de retos’, Isabel Sánchez presenta a 75 mujeres que han sabido definir quiénes son y han identificado los amores sólidos por los que van a luchar. Entre ellas, la que más le impresionó es la historia de una mujer abandonada por su marido que, cuando este reaparece fortuitamente, logra perdonarlo y aceptar su vuelta en nombre del amor a sus nietos y a sus hijos, que recuperan a un abuelo y un padre.
Desde su casa de Roma, la mujer con más poder de la Obra reconoce que su tierra ha dejado en ella el sabor de lo andaluz. Las tertulias con vecinos en la puerta de la casa, el trasiego de la feria de Todos los Santos, los ajustes a las túnicas para las procesiones de Semana Santa o el rasgar de una guitarra flamenca. Y no lo confiesa solo a los lectores de LA VOZ. En el inicio de su relato -donde rescata a 75 ‘mujeres brújula’, que son esas que tienen claro su propio norte-, evoca con nostalgia aquellos años felices.
Albox, su pueblo
Viajemos en el tiempo y, de su mano, observemos por la mirilla a la niña que curiosea los libros de Medicina de su padre, Pantaleón, uno de los grandes médicos que ha dado Albox. Le encanta “fisgar” entre esos volúmenes inmensos para “entender las enfermedades, sus síntomas y las posibles curas”. Tal y como desvela en las primeras páginas, husmear en esos libros estaba prohibido. “No es que me aportara demasiado, pero, al menos, iba sembrando en mi interior la admiración por el hombre y su factura”.
Pero, ¿qué queda de aquella pequeña en la mujer que es? “Yo diría que dos cosas: esa misma actitud de curiosidad ante lo que me circunda y, especialmente ante lo humano; me maravilla el misterio del hombre”, indica a este diario.
Isabel defiende la vida en el pueblo por las “interconexiones humanas que ofrece” y considera que el suyo le ha legado “un pequeño microcosmos, primeros planos de existencias y profesiones que en una gran ciudad no habría conocido tan de cerca”.
Su colegio ‘Virgen del Saliente’ le proporcionó compañeros con vidas y situaciones variadísimas. Y sus padres, con “amplios horizontes formativos”, le ayudaron a vivir, “sí con los pies en Albox, pero mirando al mucho más allá”. “Albox siempre ha sido para mí un lugar desde el que partir, no un coto donde quedarme”, expresa.
Entrada en la Obra
Con una naturalidad que sorprende, la autora se refiere a la impresión que produjo en una amiga su confesión de que no se quería casar, pues su “partidazo” era Dios. “Cuando Dios entra en tu vida de este modo, queda fuera de toda comprensión; más que proponerse comprender ni que me comprendan, he seguido la senda de compartir mi admiración, la maravilla ante ese misterio y el deseo de custodiar ese don. Creo que, en el fondo, lo que convence es que te vean plena y feliz”.
En este sentido, asegura que a las personas con fe les resulta más fácil entender esa llamada, pero no siempre alcanzan a comprender que su compromiso es libre y sencillo, sin necesidad de ningún voto religioso. “Me ayuda recurrir al ejemplo de muchos primeros cristianos, que permanecieron célibes ahí donde estaban, sin alterar sus circunstancias vitales y profesionales”, relata.
Sobre si pasar a formar parte del Opus Dei le supuso hacer alguna renuncia, contesta que “la misma que para otros conlleva elegir a una persona como compañera en un proyecto de vida, descartando a todas las demás”. Y añade: “En todos estos años, por supuesto, no han faltado las dificultades, las penas y algunas lágrimas, pero han sido muchas más las alegrías que los sinsabores”.
La mujer en el Opus
Lleva 25 años en las oficinas centrales del Opus Dei y desde hace diez está al frente de Consejo de Mujeres que asiste al Prelado. De ahí que nadie mejor que Isabel Sánchez puede explicar el papel de la mujer en la Obra. “El mismo que el del hombre”, sostiene. “Como recordaba nuestro fundador, san Josemaría Escrivá, las circunstancias más ordinarias, lejos de ser un obstáculo para ver a Dios, son un trampolín para llegar a Él. El mensaje se centra en mostrar cómo convertir el trabajo de cada día en un camino de realización personal, de ayuda a los demás. Y esto lo hacen tanto las mujeres del Opus Dei que desempeñan cargos relevantes en la sociedad como las anónimas: todas suman”, alega.
En su libro, ofrece una nueva visión del feminismo, que define como “inclusivo y colaborador”, porque se basa en la igual dignidad del hombre y la mujer y está construido desde el ‘con’, no desde el ‘contra’. Un feminismo “convencido de la rica contribución de la mujer en la configuración de un nuevo orden social, por su peculiar sensibilidad hacia lo humano”.
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