Cuando Sean Connery llegó a Almería por primera vez pensaba que había cruzado la frontera del último rincón del mundo. Nada podía estar tan lejos como aquella Almería de septiembre de 1964, en la que los trenes todavía caminaban y las carreteras eran una invitación a no venir nunca más. Aquella primera vez tuvo que sufrir la tortura de la carretera de Málaga, con las curvas de la costa y la soledad del camino.
Vino a rodar la película ‘La Colina’, en la que interpretaba el papel de un refugiado de guerra. Años después, el actor recordaba esta película como una de las mejores que hizo en su extensa carrera. Rodó en Rioja y en San José y y estuvo viviendo en un chalet de la playa de Almería porque en aquellos tiempos no teníamos aún ningún hotel moderno que pudiera ser del agrado de un personaje de su talla.
Aquella primera aparición por Almería apenas dejó huella en la ciudad porque las escenas se rodaron fuera y porque el actor no se dejó ver por las calles. Tampoco tenía demasiados lugares donde ir en los ratos de ocio, salvo que se metiera en una sala de cine a ver una película en un idioma distinto o se sentara en la terraza del Café Colón o del Español a ver como pasaba la vida por delante. Ese mismo año se había proyectado en las salas de la ciudad su película ‘Agente 007 contra el doctor No’, que hasta el mes de agosto había estado dando vueltas por las principales terrazas de cine.
Cuatro años después, cuando en enero de 1968 volvió, esta vez para el rodaje de ‘Shalako’, Sean Connery era ya un grande en el panorama mundial. A pesar de su fama, no se encerró en la habitación 555 del Hotel Aguadulce, donde paraba, y salió a mezclarse con la vida de la ciudad, llegando incluso a sentarse en el duro cemento de la grada de tribuna del viejo estadio de la Falange para ver un partido entre el Almería y el Iliturgi de Andújar, de Tercera División.
Connery se presentó en el estadio con un gorro y una gabardina oscura con el cuello subido para no llamar mucho la atención, pero no lo consiguió. Al lado llevaba a su mujer, la actriz Diane Cilento, que con su espléndida melena rubia, un espectacular abrigo de leopardo y quince centímetros de tacón, no pasó desapercibida a la mirada de los sorprendidos aficionados del Almería, que no estaban acostumbrados a ver muchas mujeres en las gradas del estadio, y menos aún con ese físico. Una de las anécdotas de la tarde fue cuando Sean Connery le compró al vendedor de frutos secos todo lo que llevaba en la cesta y repartió las bolsas de ‘almendras garrapiñadas, cacahué y pipas’ entre los aficionados.
De aquella segunda experiencia en Almería el actor escocés se quedó prendado de Aguadulce, que todavía conservaba su aire de pueblo marinero, antes de que sembraran la playa de grandes edificios.
Unos años después, cuando vino a rodar la película ‘El Viento y el león’, Connery reconoció en una entrevista que le concedió a Televisión Española en la terraza del Gran Hotel, que lo mejor que tenía Almería era la zona de Aguadulce y pronosticaba que allí estaría el futuro turístico de esta tierra. En esas mismas declaraciones, cuando el entrevistador le preguntó por Almería, dijo que le sorprendía lo poco que había progresado desde que la visitó por primera vez, diez años antes.
En aquel mes de septiembre de 1974, mientras rodaba ‘El Viento y el león’, visitó una noche la célebre discoteca ‘Play Boy’, en los sótanos del Gran Hotel Almería. No fue su última aparición por nuestra ciudad, aunque tardaría catorce años en volver. En 1988 lo vimos subir en un descapotable la calle Almanzor rodando las escenas de ‘Indiana Jones y la última cruzada’.
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