Subiendo por la calle Real, a la izquierda, aparece el antiguo Arco de acceso a la calle de Braulio Moreno. Es un lugar pintoresco del casco histórico, un rincón especial que nos transporta a la Almería de hace un siglo. La singularidad de este espacio tendría que ser un motivo suficiente para que las autoridades velaran por el buen estado de sus edificios y por una correcta conservación. Ya no nos quedan paisajes urbanos de estas características, donde ha quedado grabada el alma de una ciudad que fue desapareciendo.
Sin embargo, este rincón de extraordinaria belleza destaca ahora por todo lo contrario, por el estado ruinoso en el que se encuentra debido al abandono. Las viviendas que sostienen el arco llevan años vacías y se han ido deteriorando hasta alcanzar un estado de auténtica ruina.
La casa donde estuvo el histórico bar ‘el Arco’, es la que se encuentra en peores condiciones. A través de los cristales de la puerta principal se puede comprobar como el interior del local se ha venido abajo completamente, con los techos derrumbados y la estructura tan dañada que está poniendo en serio peligro a la casa con la que limita por arriba y a la propia integridad de la calle del Arco. Atravesar aquel pasaje es una aventura porque en cualquier momento puede ocurrir una tragedia, sobre todo teniendo en cuenta que es un callejón que tiene mucho movimiento de peatones, ya que conecta la zona de la Plaza Virgen del Mar y la calle Real con el Hospital Provincial.
Enrique Marín, uno de los vecinos más afectados por el hundimiento de los techos y paredes de la casa del bar ‘el Arco’, asegura que ha presentado ya varias alegaciones en el ayuntamiento denunciando la ruina que tiene al lado, que le ha obligado a tener que mudarse de casa.
El Arco y la calle Braulio Moreno forman parte del corazón del casco histórico de la ciudad aunque el deterioro en el que se encuentra parezca indicar lo contrario. Se trata de una arteria que hasta hace cuarenta años era de las más transitadas del casco histórico cuando en la ciudad no existía otro centro sanitario de urgencias que el viejo Hospital Provincial, además de la humilde Casa de Socorro.
En los buenos tiempos, la calle tuvo algunos negocios importantes que marcaron durante décadas la vida del lugar, como el taller de relojería de la familia Viciana y el bar de la familia Barea, que allí comenzó una historia que hoy continua en una esquina de la calle de Granada. Por la calle de Braulio Moreno pasaron también artistas muy importantes de la ciudad. En el número siete vivió y tuvo su taller Antonio Robles Cabrera, pintor y escultor que durante muchos años hizo las carrozas de la Feria. En el número cinco, con entrada también por la Plaza del Emir, montó su estudio el tallista granadino Manuel Llerín Sánchez, maestro de muchos jóvenes de la época.
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