Juan Carlos Muñoz García es de Almería, y estudió Química en la UAL. Luego se doctoró en la Universidad de Sevilla, y después realizó su tesis doctoral en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Pero su perfil es mas amplio. “También me gustan las humanidades, la literatura, la filosofía...”, dice. “Realmente, creo que lo que siempre me ha interesado es el conocimiento”.
Al final se decantó por la Química, pues le gustaba mucho, y algún profesor le influyó bastante, recuerda. En esta ciencia ha desarrollado una potente carrera profesional, pero cuando terminó el doctorado, en 2013, era una época muy mala para la investigación en España. “Gente con un currículum impresionante y muchos años de experiencia, empezó a irse”, explica.
Y entonces tuvo mucha suerte. “Había publicado bien durante mi tesis, había ido varias veces al extranjero, tenía un perfil bastante internacional, hablaba bien el inglés... y cuando hice varias entrevistas, en una me llamaron de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido. Y me cogieron. Fue terminar la tesis doctoral, hacer las maletas, e irme para allá. A veces lo pienso y no me lo creo, pues en una situación tan dramática para todos...”.
Desafíos
Fue una experiencia que “tuvo de todo”, dice. “Hombre, uno va con esa imagen... Esa universidad sigue siendo la número uno del mundo, y la presión está ahí, muy patente. Era un desafío enorme, y nunca había estado tanto tiempo fuera... Tuvo aspectos muy enriquecedores, evidentemente; pero, al mismo tiempo, fue duro. Muy exigente, y también con un gran nivel de competitividad con los propios compañeros del mismo grupo… Es el sitio donde más lo he notado. Pero tuve un jefe que me apoyó bastante, y me sigue apoyando, y a nivel de investigación científica, fueron tres años muy productivos.
Juan Carlos había hecho su doctorado en el campo de la Resonancia Magnético Nuclear, en el estudio de estructura de moléculas. En Oxford seguía relacionado con ello, pero más en el ámbito de la biofísica, la estructura de proteínas. “Allí le di un impulso fuerte a la parte de los métodos computacionales. Simulaciones de proteínas, por ejemplo, para estudiar su forma y movilidad en el espacio. En concreto, estudié un receptor dopaminérgico”.
En 2016 se trasladó a la Universidad de East Anglia. “Allí sí trabajé 100% en Resonancia Magnética de sólidos para el estudio de la estructura de materiales ‘verdes’. Tienes que poner las muestras en un ángulo llamado ‘mágico’, y girarlas a velocidades entre las 10.000 y 60.000 revoluciones por segundo, para ver su estructura”.
La vuelta
En 2020 regresó a Almería, aún vinculado a East Anglia, terminando de escribir sus últimos trabajos de investigación. A principios de este año, Juan Carlos consiguió un puesto de investigador senior en el Centro Andaluz de Biología del Desarrollo, de la Universidad Pablo de Olavide, en Sevilla. “Y allí estoy”, dice, “como es un trabajo muy computacional, me permite trabajar mucho en remoto”.
Su trabajo actual está mas enfocado en la parte computacional. “Hoy en día hay una revolución en lo que es el análisis de datos”, explica. “Todos los días se genera tanta información, que es difícil procesarla, e intentar aprender de ella. Y estoy trabajando en una cosa muy chula, que fue una revolución hace poco, como cinco... diez años máximo, en el mundo de las farmacéuticas y la medicina”.
En la superficie de las células cancerosas, digamos, hay proteínas que adoptan una forma diferente que en una célula sana, y que, por lo tanto, la ‘delatan’ como tumoral, explica. Y se descubrió que hay un tipo de enzimas que son capaces de ‘ver’ que esas proteínas están ‘mal plegadas’, y entonces las capturan y mandan un mensaje para que se proceda a eliminarlas”.
“Es un mecanismo natural que tenemos, de defensa, para regular posibles malformaciones en las proteínas”, añade. “No es 100% eficiente, pero para defendernos cuando tenemos células potencialmente cancerosas en nuestro organismo...”. Y el proyecto en que trabaja Juan Carlos quiere utilizar ese mecanismo a nuestro favor. “Hay mucha gente trabajando en esto, intentando desarrollar fármacos que generen esa función natural del organismo, y sea mucho mas eficiente. Que consigan, por ejemplo, que si hay una célula tumoral, se pueda degradar...”.
Estrategia
Llevamos décadas luchando contra el cáncer, y con estrategias muy diferentes, pero con esto cambia totalmente el paradigma de diseño de fármacos. Y por eso hay tanto interés, explica Juan Carlos.
“En la estrategia tradicional, el objetivo es diseñar una molécula que actúe de inhibidor de una proteína implicada en una patología. Pero esta inhibición tiene, normalmente, efectos secundarios. Inhibes a la proteína, muy bien, pero si ella está involucrada en otro proceso importante en nuestro organismo..., estás generando otros problemas. Los inhibidores, además, a lo mejor no son tan específicos de una sola proteína, y entonces aparecen efectos secundarios”.
Esta nueva estrategia cambia el enfoque por completo. “El objetivo no es inhibir, sino hacer de ‘pegamento’ molecular”, explica Juan Carlos. “Es coger una enzima que tiene la propiedad de degradar un amplio abanico de proteínas, y decirle: únete a esa, que está mal plegada, es la mala, y mándala para que la eliminen. Y el resto de las proteínas no se ven afectadas, digamos. Es una estrategia muy prometedora, y ya hay alguna cosa comercializada, y parece que está funcionando bastante bien”.
A Juan Carlos ya le gustaría estabilizarse. “Son ya ocho años casi desde que terminé la tesis doctoral... pero bueno, este proyecto es muy interesante, y espero que vaya bien. Estoy muy metido en la parte de bioinformática computacional, y la verdad es que, ahora mismo, es el momento para estar en este campo”. Y, antes de terminar, resalta una reivindicación: “Hay que decirlo claro: para asegurar que las futuras generaciones tengan calidad de vida, hay que invertir en I+D”.
UNA PRIORIDAD PARA EL PAÍS
“Quisiera romper una lanza en favor de un tema que, en mi opinión, es muy importante”, dice Juan Carlos Muñoz. “Y es la malísima situación de los investigadores en España. La gente debe saber que aquí hay miles de personas con una formación espectacular, que han hecho todo lo que se les ha pedido, han sido los mejores de su carrera… y que tienen una precariedad laboral incomparable con cualquier otro país de Europa. Y no parece que vayamos a mejorar en ese sentido...”.
“No se acaba de entender qué es eso de investigar, ni para qué sirve”, añade. “Como si fuera una inversión a fondo perdido que puede que llegue a algo, o no... Pero invertir en I+D es la única forma de defendernos de los desafíos que están por venir, y no conocemos. Y eso lo hemos visto con la covid-19. No puedes invertir en todo, pero sí en cosas prioritarias para tu país. La salud, la biomedicina, la agricultura… El futuro próspero de toda sociedad necesita de ciencia y la tecnología, sí o sí”.
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