Veinte años antes de que naciera David Bisbal, un primo de su padre ya se ganaba la vida actuando en los escenarios de media España. Eran otros tiempos, cuando los músicos tocaban para sobrevivir y la fama solo estaba reservada para unos pocos.
Antonio Bisbal fue el primer artista de aquella saga que había destacado en el mundo del boxeo. Tuvo el privilegio de tocar al lado de Antonio Machín y de irse de gira con el circo de los hermanos Tonetti, que en los años cincuenta y sesenta eran los payasos más famosos del momento, los que llenaban todas las butacas allá donde iban.
En la gira de 1960, Antonio Bisbal tocaba todas las noches en la orquesta de los Tonetti, pero el destino le tenía reservada una sorpresa. Un día cayó enfermo uno de los payasos y sin tiempo para buscarle un sustituto, ya que la troupe estaba lejos de la capital de España, no tuvieron otra salida que echar mano de uno de los músicos y eligieron al bueno de Bisbal que se manejaba con soltura por el escenario. Fueron varias funciones convertido en el hermano Tonetti de repuesto.
Fue una experiencia extraordinaria teniendo en cuenta lo que significaba el circo de los Tonetti en aquel tiempo. En aquella España de en la que abundaban los circos modestos que venían todos los inviernos a Almería a pasar hambre, el de los Tonetti era el que estaba más cerca del cielo, en la Liga de Campeones, el que solo pasaba de vez en cuando por las ciudades pequeñas.
Si el ‘Toti’ fue el circo referente de los años veinte y treinta, después de la Guerra Civil hubo dos nombres propios: el Price y el Americano, aunque el primero que pudieron ver los niños almerienses de posguerra fue el Circo La Alegría, que en el verano de 1944 se instaló en el Andén de Costa. Allí se dieron a conocer al gran público los jóvenes Gaby y Fofó, que empezaban a dar los primeros pasos como payasos. Un año después, en mayo de 1945, los populares cómicos volvieron a actuar otra vez ante el público almeriense, pero esta vez en la compañía del Circo Price de Madrid y reforzados ya con Miliki.
Si a lo largo de la historia hubo un circo ligado sentimentalmente a Almería ese fue el de los hermanos Tonetti, los payasos más célebres en los años cincuenta y sesenta. Ellos pusieron de moda el payaso listo, el carablanca, y el tonto, el zapatones. El listo era el de la cara pintada de blanco y zapatos de tacones. El tonto iba vestido con ropas anchas y sombrero chato. Sus grandes zapatos le hacían tropezar constantemente. El listo no usaba nariz postiza, en cambio el tonto, llevaba una gran nariz redonda y roja. O sea que, por su aspecto, el tonto era muy tonto y el listo, listísimo.
Pero como ocurre con la vida misma, al cabo de unos minutos el respetable podía comprobar que el listo resultaba ser tonto y el tonto, mucho más pillo que el listo. El tonto era José, el listo Manolo. Empezaron a venir a Almería en 1945. José era uno de los payasos titulares del Circo Americano que todos los inviernos, antes de Navidad, pasaba unas semanas en nuestra ciudad. En 1950 convenció a su hermano Manolo para hacer pareja profesional y formar los hermanos Tonetti. Juntos vivieron la etapa de oro del Circo Americano hasta que en 1955 decidieron meterse a empresarios y fundaron el Circo Atlas.
Hasta 1969, los Tonetti fueron fieles a su cita anual con Almería. Instalaban la carpa en la explanada del Tiro Nacional, lo que hoy es la manzana derecha de la Avenida de la Estación, y otras veces en la Rambla de Belén, entre la calle Murcia y el Barrio Alto. El éxito estaba asegurado y los sábados y domingos se colgaba el ‘no hay billetes’.
La presencia del circo servía también de negocio para los desocupados. Había pandillas de muchachos que se dedicaban a capturar gatos por los solares para después venderlos por quince pesetas la pieza; eran el alimento de los leones, por lo que una semana antes de que llegara la caravana la ciudad se quedaba sin gatos.
En la relación sentimental que los payasos vivieron con Almería jugó un papel crucial el médico José Manuel Gómez Angulo. Conoció a los Tonetti en 1943, cuando coincidieron en la pensión La Española, en Granada, donde Gómez Angulo paraba en su etapa de estudiante de medicina. Desde entonces entablaron una amistad que mantuvieron viva durante décadas; más de una actuación de los célebres payasos terminó con el pasodoble ‘En er mundo, que con emoción se lo dedicaban a José Manuel.
Cada vez que los Tonetti venían a actuar se pasaban por la consulta para visitar a su amigo. Los doctores Antonio Salas, Juan López Jiménez, Modesto Pelayo, Félix Sánchez, José García Capilla, y el propio Gómez Angulo, y los practicantes Francisco Márquez, José Flores y Gabriel Bonilla, integrantes del equipo médico de la Casa de Socorro, tenían asegurada una silla en la primera fila en cada estreno de los Tonetti. En los ratos libres, médicos y payasos solían salir a comer juntos.
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