La almeriense que lleva siete meses sufriendo el covid

Las secuelas que ha dejado la pandemia en nuestra sociedad podría encontrar semejanzas con una herida que se resiste a ser curada. De la misma forma, la huella que la Covid-19 ha dejado en cada uno de los almerienses tampoco se ha comportado de la misma manera entre unos y otros. Sin embargo, existe un porcentaje mínimo de personas que a raíz de su contagio se han visto obligados a cambiar su rutina diaria. La infección aguda por el virus SARS-CoV-2, vulgarmente denominado covid, puede causar diferentes manifestaciones clínicas, principalmente respiratorias, y presentarse de forma asintomática en un porcentaje elevado de casos.

Tras el contagio, el virus puede seguir la siguiente evolución: los síntomas finalizan, habitualmente, antes de las 4 semanas, posteriormente se presentan secuelas derivadas del proceso infeccioso y por lo general concluyen las molestias. En caso de que estos signos y síntomas se mantengan en el tiempo más allá de 4 ó 12 semanas, sin relación con otras enfermedades del paciente, estamos hablando de un caso de ‘Covid persistente’. Los datos de los estudios relacionados con esta enfermedad emergente no son concluyentes en cuanto a datos, pero estima que cerca del 10 o el 15 por ciento de los pacientes que han sufrido Covid-19 pueden presentar Covid persistente.

En Almería, una de las personas que atraviesan por este duro camino es Sonia Iniesta González, cuyo contagio se produjo en el mes de mayo de este año. Los síntomas que ella presentaba no le hicieron darse cuenta de lo que posteriormente se avecinaba. Todo se inició con molestias en la garganta que continuaron acechando a pesar de la medicación recomendada por los médicos. “El 20 de mayo me diagnosticaron que era positivo en Covid en el Hospital del Poniente y, a priori, era leve porque era una pequeña tos”, detalla Sonia mientras ambos conversamos en la señera Rambla almeriense. En el banco donde nos sentamos, además de nosotros, se hallan una bolsa de plástico llena de medicamentos recetados en la etapa más dura de su contagio y una carpeta donde se encuentra la documentación médica de todos estos meses.

La salud de Sonia se fue complicando  cuando el equipo sanitario que la atendía no pudo frenar unos síntomas que se incrementaron exponencialmente. La presencia de la fiebre y su estancia en urgencias en cuatro ocasiones no fueron un problema ni para ella ni para tantas personas que lograron superar esta grave enfermedad que en la gran mayoría de las ocasiones prefiere no enseñar los dientes. A pesar de que las secuelas que el Covid presenta pueden ser innumerables y azarosas, en el caso de Sonia Iniesta, se localizan el apartado digestivo.

Su vida desde entonces ha contabilizado numerosos cambios, uno de los más importantes es la alimentación. “Una médica digestiva me dijo que probara alimento a alimento qué era lo que mejor me sentaba. Y desde entonces eso hago”, apunta Sonia. Siete meses después todavía existen comidas que no puede digerir o, incluso, rutinas que no puede realizar. Socialmente también le ha afectado. “Hoy me puede sentar bien un café y mañana no. O una cerveza. Yo procuro ir con mucha seguridad cuanto tengo que comer fuera con amistades e incluso tengo que tomar la decisión de prescindir de alguna comida a lo largo del día por miedo a que me sienta mal” señala la almeriense mientras el sol va cayendo mientras hablamos.

Gracias a que sus padres estaban inmunizados con la vacuna, la situación no tomó tintes más graves. Por eso Sonia no duda en un instante en recomendar su inoculación en aquellas personas que todavía tienen algún tipo de inseguridad.  Ahora que el contexto sanitario es más grave que hace unos meses, comprender que esta enfermedad sigue siendo peligrosa para la sociedad no puede faltar en nuestras mesas todas las recomendaciones que pueden hacer que no nos libremos de una pesadumbre mayor.