Un edén que necesitará centinelas

El gran jardín nace en un escenario problemático donde hará falta una estrecha

En marzo del año 2008 llegaron los investigadores y los arqueólogos.
En marzo del año 2008 llegaron los investigadores y los arqueólogos. La Voz
Eduardo de Vicente
21:30 • 18 dic. 2021

Hasta el siglo XVIII, un trozo de la muralla partía desde el torreón oriental de La Alcazaba y bajaba a la altura de la calle Molinero Cepero hasta llegar cerca del Parque. Separaba el barrio de La Almedina de la rambla de Gorman, actual calle de la Reina, que era un cauce seco que se derramaba desde la zona de la Hoya hasta el mar.



En el centro de la muralla de Jayrán, la que cruza desde La Alcazaba al cerro de San Cristóbal, salieron a la superficie, hace ya catorce años, los cauces que se construyeron para poder darle salida al agua que corría por la rambla procedente de los cerros circundantes. Las obras que entonces se llevaron a cabo tanto en la muralla como en la rambla, sacaron a la luz trozos de la historia de la Almería musulmana que estaban bajo la tierra.



Investigadores de la Universidad de Granada realizaron aquellos trabajos buscando vestigios de la ciudad musulmana. Aparecieron abundantes restos de cerámica, lo que hace pensar en la existencia de una importante actividad industrial en la zona. Los técnicos utilizaron alta tecnología para detectar posibles restos constructivos y de cerámica en el subsuelo, un aparato, similar a un GPS, que se encargó de situar puntos en el terreno. Los restos encontrados se podrán poner en valor en el futuro jardín mediterráneo que se va a realizar en esta parte de la Hoya, cuyos terrenos son propiedad del ayuntamiento, que consiguió en su día que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas se los cediera durante cincuenta años.



Esta semana el alcalde ha colocado la primera piedra y en breve empezarán los trabajos que han de hacer realidad una vieja aspiración de la ciudad en  la que tanto empeño puso Juan Megino cuando era el responsable de la concejalía de Urbanismo. El nuevo parque es un proyecto tan ambicioso como necesario, sin duda, uno de los grandes logros del actual equipo de gobierno.



Nos cuentan que va a disponer de más de veinte mil plantas y un centenar de árboles y que volverán las queridas chumberas, que durante tantos años formaron parte de este entorno y de la toda la ladera de la Alcazaba antes de que una maldita plaga se las llevara por delante, dejándonos sin los chumbos que nos refrescaban los veranos.



Hablan los técnicos que en vez de las farolas convencionales de mástil se va a establecer un sistema de alumbrado camuflado en el suelo para que no interfiera lo más mínimo en el entorno y que se respete al máximo el patrimonio arquitectónico que es lo que le da valor a este escenario. Tampoco habrá mangueras ni tuberías de agua para el riego, sino un sistema moderno que aprovechara las balsas convertidas en un futuro en albercas, que formaban parte del antiguo cortijo del cura. 



Habrá caminos para poder pasear, caminos de tierra para no profanar el recinto, y zonas de descanso para que los almerienses podamos reunirnos sentados en alguno de los sesenta y tres bancos que se van a instalar. Se dispondrá también de una zona central a modo de plazoleta, para que se puedan organizar actividades culturales y juegos. 



En teoría, más que un jardín, el nuevo parque de la Hoya será un edén, un escenario bucólico que necesitará tener sus ángeles custodios si quiere tener alguna posibilidad de permanencia. Tenemos muy cercana la realidad del Mesón Gitano, en el que tantos millones procedentes de Europa se invirtieron para rescatarlo de la basura y a los pocos meses ya estaba abandonado de nuevo, convertido en una zona de botellón. 


El gran jardín entre las murallas no tendrá ningún futuro si no se organiza un sistema de vigilancia acorde con la realidad del territorio en el que se ubica, tan propicio a los actos vandálicos. Sin seguridad, no se mantendrán en pie ni las plantas, ni los bancos, ni las luces de camuflaje que se pondrán en el suelo.


En la actualidad, la zona está siendo utilizada por un gran número de vecinos de toda la manzana que acuden allí con sus perros para que corran y hagan sus necesidades. Se corre el riesgo, como está ocurriendo con los jardines de la Plaza Careaga o con los del Parque de Nicolás Salmerón, que el nuevo jardín de la Hoya acabe siendo un evacuatorio canino.


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