Corren tiempos paradójicos, en los que estamos empezando a mirar con atención hacia el pasado más remoto para intentar comprender algo mejor nuestro presente y futuro como civilización, y utilizamos la tecnología para difundir nuestra prehistoria más profunda. Gracias a mentes inquietas como la de Ignacio, arqueólogo especialista en Paleolítico y el hombre de Neandertal, comenzamos a devorar relatos que albergan pura ciencia en los libros, programas de televisión y redes sociales. La noche anterior había recogido emocionado el premio Levante en categoría Comunicación y Arte en la ciudad que le ha visto crecer, Vera. Acaba de publicar nuevo libro y le esperan proyectos apasionantes a la vuelta del verano. Como dice Di Caprio en la película Django, ya tenía mi curiosidad, ahora tiene toda mi atención.
Los dinosaurios estuvieron en el planeta unos 400 millones de años, nosotros llevamos 2,8. No somos nadie.
La arqueología es una profesión preciosa porque me recuerda lo pequeños que somos en el tiempo. Mi trabajo todos los días me pone los pies en la tierra. A este paso tiraremos nosotros mismos el meteorito para extinguirnos (risas).
No vamos a llegar ni de lejos a la duración de los dinos.
Hay dos tendencias, la de Harari del libro Sapiens: es determinista catastrofista, el destino está marcado como especie. Yo prefiero la visión de Juan Luis Arsuaga: somos seres sociales y podemos cambiar la sociedad.
¿Jurassic park o Indiana Jones?
Haré un híbrido, estoy un poco neandertal hoy. Como película Parque Jurásico. Hace lo que tenemos que hacer los divulgadores científicos: aunar a público y crítica.
Además hay una reflexión profunda sobre las consecuencias de “jugar” con la ciencia.
Totalmente. Además hay una imaginería de dinosaurios que ha modificado la ciencia, porque nadie sabemos cómo eran, y todos incluso paleontólogos ponen las fotos de parque jurásico en sus presentaciones. Nadie se imagina un T-Rex o un velociraptor diferente a Parque Jurásico.
La prehistoria, arqueología, han sido un reducto de conocimiento bastante reservado a los estudiosos de la materia. Viene bien la apertura en redes sociales y demás tecnologías ¿no?
Sí. El paleolítico y la arqueología le debe mucho a las redes, la divulgación científica en general. Ahora podemos conectar con esos públicos que al principio podían ser minoría y han dejado de serlo. En mi caso, con el Paleolítico, lo ha acercado más porque con la arqueología la mente se nos va a lo clásico, lo romano, arqueología subacuática y dejamos la parte del Paleolítico olvidada. Creo que eso es a lo que he venido yo a este mundo, a recordar a la gente que los orígenes están muchos miles de años atrás.
Hace falta más perfiles como el tuyo, que quizá eres un “arqueólogo pop”: mediático, divulgador, llegas al gran público…
Para mucha gente sería casi un demérito serlo, pero a mí no me hace temblar. En mi mundo hay muchos puristas, pero yo tengo clarísima mi trayectoria científica que es indiscutible y mi CV lo dice. Hacer divulgación con esa tranquilidad es un gusto. A mí no me pagan en la Universidad para que mis conocimientos me los quede yo, no tiene sentido, son para la sociedad, y la sociedad es rápida, consumista y hay que hacerlo atractivo.
¿Hay un patrimonio paleolítico rico en nuestra provincia?
Lo hay, pero no está estudiado. El Paleolítico está en todos sitios de nuestra provincia y no se le ha hecho caso. Nadie conoce los yacimientos que hay.
¿En Almería no hay nada ahora mismo en curso, ningún yacimiento paleolítico abierto?
Ahora mismo nada, cero. El yacimiento de referencia es Cueva Ambrosio. Está cerrado, es una pena. Como decía Siret, Almería es un museo a cielo abierto y tenemos muchas cosas por descubrir. Pero por suerte tengo años por delante y espero hacer cosas, de hecho estamos arrancando quizás un proyecto en Antas, paleolítico, no del Argar, pero hay cuevas por todas partes, en Vera, en Cuevas… poco a poco.
Acabas de presentar tu último libro: La prehistoria en la mochila debe de pesar un poco más que un país, como llevaba Labordeta en la suya.
Es un pequeño homenaje a él sí. Me ofrecieron hacer un libro de divulgación, la oportunidad perfecta de “demostrar lo mucho que sé” y he hecho casi lo contrario. Pero he hecho divulgación, mientras te cuento una historia te estoy contando novedades científicas de hace escasos meses, eso es lo más importante. Me encanta que me digan que es una novela, porque es lo que yo quería, que te lo has leído en dos tardes en la playa: te has llevado un libro de prehistoria a la playa y te lo has devorado en dos días, no puedo ser más feliz.
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