En la Plaza de Santo Domingo hay una vivienda que llama la atención por su espléndida fachada y sus hermosos balcones. Es una de las últimas casas históricas que quedan en pie en un escenario que fue aniquilado por completo. En uno de sus balcones destaca un cartel que anuncia su venta. El precio supera los setecientos mil euros para un edificio del siglo diecinueve con más de trescientos metros cuadros. En su interior guarda algunos tesoros como una bodega ubicada en el sótano y un patio andaluz aislado del mundanal ruido.
Muy cerca, en la zona de las Cuatro Calles, otro edificio centenario anda buscando dueños que lo habiten. Es uno de los más antiguos que quedan en pie y uno de los más caros: 460.000 euros.
Presenta un estado inmaculado, al haber sido reformado profundamente en el año 2006. La casa sigue conservando instacta su esencia. Cuando empezaron los trabajos de rehabilitación los obreros encontraron, grabado sobre una vieja puerta de piedra del interior de la vivienda, una fecha: 1790. Es el año de construcción de la casa primitiva, sobre la que después de varias modificaciones, se levanta el espléndido caserón. Está situado en un punto estratégico de la ciudad, asomando sus fachadas a las calles Trajano, Real y Eduardo Pérez. Su historia se pierde en el laberinto de los años, es tan antigua como estas calles que forman parte del alma de Almería. Antes de que se alinearan las bocacalles del Cid (actual Eduardo Pérez) y Trajano, la casa ya formaba parte de este entramado del casco histórico, con sus enormes balcones corridos asomándose a la calle Real.
Fue su primer propietario, según consta en el Registro de la Propiedad, don Francisco Fernández Cortacero, y a su muerte, en 1856, la casa paso a poder de su viuda, doña María del Carmen Gener Iribarne. Desde 1899 perteneció al presbítero don Antonio Ortiz. En los años del cambio de siglo la planta baja del edificio ya estuvo dedicada a negocio, estableciéndose allí una de las oficinas del consignatario de buques Luis Campos, que se encargaba del tráfico de mercancías y pasajeros por el Mediterráneo en los Vapores Játiva y Extremadura.
En 1911 la casa la compró don Manuel Escobar Ortiz y a su muerte fueron declaradas herederas sus tres hijas: Emilia, Josefa y Vicenta, las últimas dueñas que tuvo el edificio antes de que en 1999 lo adquiriera para rehabilitarlo la farmacéutica doña María Rosa Morales Torres.
Otra vivienda histórica que vuelve a estar en venta es la de la calle Real haciendo esquina con la calle de Gravina, donde estuvo durante décadas la tienda de comestibles de ‘La Bilbaína’, que suministraba a los barcos que llegaban al puerto. Es una vivienda del siglo XIX formada por dos edificios, con más de novecientos metros cuadrados de superficie. El precio que piden por la casa supera los seiscientos mil euros.
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