Conocíamos la buena imagen y la solvencia política de María del Mar Vázquez Agüero como concejal y teniente de alcalde en tiempos de Ramón Fernández-Pacheco, pero somos muchos los almerienses que reconocemos cierta sorpresa al ver la resuelta eficacia con que lleva la vara de mando en los seis meses transcurridos desde su toma de posesión. Si, sorpresa, digo bien, porque una cosa es lidiar la faena municipal del día a día a la sombra de un gran alcalde y otra muy distinta saltar al primer puesto y dar la cara ante la opinión pública, ante los medios de comunicación, y estar a todas, con el don de la ubicuidad, en los muchos escenarios de la ciudad como viene haciendo en este medio año de mandato.
Todo parece indicar que María Vázquez está en la pole position antes incluso de que se dé el banderazo de salida para las elecciones del 28 de mayo, y las encuestas dan por descontado que revalidará como alcaldesa con mayoría suficiente para gobernar sola o con apoyos puntuales como ahora. La tendencia es buena para el PP, nadie lo discute, y pudiera crecer la intención de voto hasta otorgarle a su grupo la mayoría absoluta.
Siendo todo ello tan claro como la luz del día, la alcaldesa no puede confiarse y debe huir de los cantos de sirena que seguro tiene en derredor. Recuérdese la amarga victoria de Javier Arenas en 2012 cuando le faltó bien poco para desbancar a la izquierda, pese a que las encuestas y los corifeos venían situándolo en San Telmo. Sobrado como iba, en la campaña electoral se permitió dejar plantados a sus rivales en el debate de Canal Sur y, lo que fue más grave, que parte de su electorado natural se fuese a la playa porque las elecciones ya estaban ganadas… Lo que fue una hazaña política: torcer el pulso a los socialistas en su terreno por primera vez en treinta años, se tornó en la práctica en un fracaso para el más brillante líder que hasta entonces había dado el centro-derecha andaluz.
Fue aquella una lección que los populares no deben olvidar. Hasta el rabo todo es toro, que dicen los taurinos. Hasta la misma noche de la jornada electoral todo es posible. Como sucedió, sensu contrario, en las últimas andaluzas cuando Juanma Moreno alcanzó contra pronóstico sobrada mayoría absoluta (58 escaños) dejando al PSOE en 30, el peor resultado del otrora partido hegemónico en Andalucía. El sentido de la prudencia dejó creer a la opinión pública que no estaba vendido todo el pescado y que hacían falta más votos. Y tan fue así, que el PP se merendó a Ciudadanos e impidió que Vox escalase posiciones en las Cinco llagas. Una operación magistral que hoy se pone de ejemplo en toda España.
Líbreme Dios de dar consejos a nadie. Soy un mero observador de las cosas consuetudinarias que acontecen en la rúa, y como tal analizo los datos y sus consecuencias con la experiencia de más de medio siglo de ejercicio profesional y habiendo sido testigo desde las primeras elecciones democráticas celebradas en España en 1977. Nada se puede dar por cierto hasta que se abren las urnas y se recuentan los votos. Una cosa es hacer campaña en la íntima convicción de que se puede ganar y otra muy contraria y dañina echar las campanas al vuelo fomentando así la abstención de los próximos.
Olfateo desde fuera que a nuestra alcaldesa María del Mar le dicen desde muchos sitios aquello de “chica, tú vales mucho”, dando por sentado que tiene el éxito en la mano. El exceso de confianza es el peor de los males en toda campaña electoral, y no vamos a repetir lo que queda bien argumentado más arriba. Almería necesita un empujón definitivo que solo puede venir de una gestión política exigente, eficaz y presidida por la moderación que ha impuesto Moreno Bonilla. El Ayuntamiento tiene que ser punta de lanza en el capítulo de las comunicaciones, en el salto a un turismo de calidad y en el desarrollo urbano de los nuevos territorios ganados a la vega. Y en la legislatura por venir hay que darle una solución definitiva al Paseo, sanear el casco antiguo y los aledaños de la Alcazaba, limpiada ya de adherencias, pero necesitados de rematar la suerte. Son muchos los retos que afronta el gobierno municipal que salga de las urnas, como continuación de lo que se ha venido emprendiendo en los últimos años.
María del Mar Vázquez tiene todos los ases en su mano. Lo sabemos y lo ratifican los sondeos de opinión. Pero como directora de la orquesta que dará su definitivo concierto el 28 de mayo, debe templar los ánimos y ordenar desde su escabel: Allegro ma non troppo.
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