Almería enseña a EEUU a cuidar sus bosques durante la sequía

Las universidades de Almería y Míchigan diseñan un plan de defensa de los árboles

Juan Miguel Requena.
Juan Miguel Requena. La Voz
Antonio Fernández
20:09 • 30 abr. 2023

“Almería puede dar lecciones al mundo sobre la forma de sobrevivir al cambio climático porque esta provincia lleva siglos conviviendo con ello”. La frase es del presidente de la Confederación de Empresarios de Almería (Asempal), José Cano, y de nuevo vuelve al primer plano de la actualidad con la supervivencia de los bosques de los Estados Unidos.



La razón es el trabajo que están desarrollando de forma conjunta equipos de investigación de las universidades de Almería y Michigan para diseñar un sistema que evalúa cómo se recuperan las masas forestales norteamericanas en un periodo de prolongada sequía.



El método en el que trabajan los investigadores almerienses y los americanos va en cualquier caso más allá de resolver un problema territorial, ya que el sistema de estudio y las soluciones que se apuntan puede convertirse en la base para diseñar planes estratégicos que mitiguen los efectos del calentamiento a nivel global.



Como se suele decir, “la experiencia es un grado” y los almerienses estamos acostumbrados a enfrentar problemas que en otros muchos puntos del planeta serían absolutamente dramáticos, en especial los relacionados con la escasez de recursos hídricos, la falta de lluvias, la desertización o las elevadas temperaturas que sufren el territorio o las masas forestales de una forma sistemática.



Bosques ‘secos’



La experiencia almeriense está sirviendo de base para analizar esos problemas en los bosques norteamericanos. Como explica el científico de la Universidad de Almería y autor del estudio Juan Miguel Requena Mullor, “hemos podido confirmar que los bosques con menor presencia de agua, es decir los más secos, se recuperan más rápido que los húmedos porque están más acostumbrados al estrés hídrico”.



Un equipo de investigación de las universidades de Michigan y Almería ha desarrollado un sistema que evalúa cómo se recuperan las masas forestales de Estados Unidos de la sequía. Con este método, se podrían diseñar planes estratégicos que mitiguen los efectos del calentamiento global.



En la antigua Mesopotamia, el rey Nabucodonosor II (siglo VI a.C) ordenó la construcción de un sistema de riego para aprovechar las aguas del río Eúfrates y llevarlas a los campos de cultivo. Sin embargo, erigir los canales no fue fácil, dado que los arquitectos debían tener en cuenta no sólo el flujo del río, sino también cuestiones como la evapotranspiración, que podía hacer que parte del agua se perdiese antes de llegar a su destino.


Los ingenieros babilonios diseñaron un sistema de canales secundarios y pozos de absorción que permitieran reutilizar el agua evaporada cuando ésta se precipitara en forma de lluvia. De esta manera, se aseguraba que el bien hídrico llegara a las raíces de las plantas y se reducía la cantidad que se perdía por evaporación.


Investigaciones

Ahora, 27 siglos después de aquellos primeros ‘trasvases’, la asociación de las universidades de Almería y Michigan, y la colaboración del Centro Informático Científico de Andalucía (CICA), han dado nuevos pasos para no sólo comprender el fenómeno del cambio climático y la sequía, sino para analizar los suelos, las reservas de agua o la disponibilidad de recursos para evitar la pérdida de árboles.


Con este sistema, los investigadores almerienses y norteamericanos consiguen información de aproximadamente 300 millones de hectáreas, datos que las autoridades pueden emplear para anticipar cambios de temperatura y elaborar planes estratégicos que mitiguen los efectos del cambio climático.


Es estudio realizado, publicado en la revista Remote Sensing of Environment analiza cómo los bosques pierden agua, a causa de perturbaciones ambientales como las altas temperaturas producidas por el cambio climático, o qué factores son determinantes para que se recuperen de eventos como la sequía “y anticipar sus necesidades para acelerar la recuperación”, como ha explicado el científico almeriense a la Fundación Descubre.


Además, los estudios determinan que los bosques húmedos, si bien resisten peor las sequías, se recuperan más rápido que los secos de la pérdida de productividad, es decir, la cantidad de biomasa o materia orgánica.. Esto se debe a que hay una mayor disponibilidad de agua bajo el suelo y la vegetación puede beneficiarse de ella meses más tarde para superar periodos secos, generando más biomasa.


Al servicio del proyecto se han puesto todo tipo de medios, desde sistemas informáticos a datos meteorológicos. Para ello utilizan un centenar de satélites y drones para medir el vapor de agua de los bosques, lo que puede permitir afrontar los periodos de sequía sabiendo de antemano los efectos esperados y las fórmulas para minimizar esos efectos


De este modo, los investigadores proponen una metodología aplicable a otras áreas geográficas y en todo tipo de bosques. Con este modelo, las autoridades forestales de cualquier país podrían elaborar planes de acción para paliar los efectos del cambio climático en zonas forestales tras medir la evapotranspiración de los bosques; un proyecto en el que Almería está jugando un papel determinante.


Los almerienses llevamos tanto tiempo conviviendo con la sequía que se podría decir que el cambio climático que hoy amenaza a todo el mundo forma parte de nuestro hábitat. De ahí que cuando se acentúan los problemas muchos vuelvan la vista a un territorio que ha sabido convertir la escasez en una forma de vida,


Para aprender las fórmulas muchas instituciones españolas o internacionales han echado la vista a este rincón del sur de Europa para aprender cómo es posible ser la huerta de Europa con tan escasa disponibilidad de agua o de suelos fértiles, Lo hace la ONU, la Comisión Europea o los gobiernos de medio mundo.


Hacen gala de ellos los agricultores almerienses y las comunidades de regantes que indican que la ‘suerte’ de Almería es que depende cada vez menos de trasvases, ríos o acuíferos y cada vez más de aguas regeneradas o de desaladoras, Es posiblemente la zona del mundo donde el agua, realmente, dispone con frecuencia de una ‘segunda vida’.


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