Todo apunta, porque así está documentado, que en la calle Juan Lirola de Almería duerme desde hace poco más de un mes un trozo del verdadero madero donde murió Cristo hace 2000 años. Se trata de una historia sencilla, sin grandes alardes, sin caballeros templarios, ni cruzados batiéndose el cobre por la reliquia divina. No. Nada de películas.
Aquí el Indiana Jones es Eduardo López, un corriente guarda jurado almeriense, un tipo normal, aficionado a las antigüedades quien ha dado con la reliquia que lleva certificado de autenticidad adjunto: un documento firmado por un arzobispo francés, rubricado por un obispo extremeño, con su firma y sello legitimando el vestigio, unos filamentos conservados en cera roja dentro de un relicario de plata y cristal inserto en una cruz de mediano tamaño. Nunca en Almería se había hallado una joya como ésta. Solo existe con esta vitola de Lignum Crucis (madera de la cruz de Cristo) la Santa Cruz de Canjáyar, pero basada en una tradición oral proveniente de 1611, pero sin documento escrito que lo avale.
El 'Lignum Crucis' es una reliquia que se refiere al madero usado por los romanos para crucificar a Jesús que desenterró Elena de Constantinopla, madre del emperador romano Constantino, en 325 en Jerusalén. Eran los tiempos del Concilio de Nicea y el Cristianismo aún estaba por hacer. La jerarca se llevó la mitad de la Cruz a Roma y allí se fue desgajando y diseminando como reliquia por todo el orbe. También se ha hablado de un Lignum Crucis en la Parroquia de Los Molinos, pero tampoco hay certificado que lo legitime. Eduardo, el propietario de esta gloriosa antigüallae relata cómo llegó a sus manos: “Todo empezó hace un par de meses cuando me acerqué a una tienda de segunda mano de un marroquí que hay en El Quemadero. Empecé a bichear y me encontré un pequeño Cristo de bronce tirado en el suelo. Lo compré y vi que le faltaba una cruz. Unos días después compré una en Wallapop a un anticuario de Cáceres. Cuando me llegó, me cambió la vida”.
Eduardo abrió el paquete el 4 de mayo y vio una cruz normal, de madera, como tantas, pero descubrió que tenía un cajoncito detrás que se abría aflojando un tornillo. “Dentro del cajón me encontré con una hojita perfectamente enrollada como un pergamino en un canuto. Al ir aplanándola en la mesa casi me desmayo. Era el certificado de autenticidad de que el relicario de la Cruz era verdadero, dos astillas del madero donde murió el Señor en Jerusalén”. La reliquia la certifica como “Verdadera Cruz de Nuestro Señor Jesucristo”, con un texto en latín, el arzobispo de Redón, en la Bretaña francesa, un tal Alejandro Armando Charost, a través de la firma de su vicario general, L. Gayet. El documento está fechado el 28 de enero de 1924 y dice: “Carta de autentificación de reliquia. Saludos y bendiciones a todos los que la lean. Estas astillas forman parte de la verdadera Cruz de nuestro Señor, cuyas piezas hicimos guardar reverentemente y colocar en un relicario con un círculo de figurar y adornado por un cristal en su parte delantera y mandamos que sean selladas con cera de color rojo, perseverando en que dichas reliquias sean expuestas para la veneración de los fieles”.
Eduardo, cuando descubrió la Cruz, no pudo dormir, no se lo dijo ni a su mujer Ana. Decidió llevarla a casa de su madre y contárselo a un amigo de confianza, Manuel Torres, con el que ha investigado durante un mes su origen. Al lado del sello del arzobispo francés, aparece otro, fechado en 1946 y firmado por el obispo de Coria, en Cáceres, Francisco Cavero y Tormo, quien refrenda la autenticidad con una línea que dice “Vimos y asentimos”. Nada se sabe de cómo llegó la Cruz desde Redón a Coria. Todo son conjeturas. Parece que en la II Guerra Mundial, hubo un exilio de católicos franceses a España tras la ocupación alemana.
Eduardo, para averiguar algo más, llamó a su vendedor, pero éste le dijo que la cruz era de su madre que ha perdido la memoria, sin adivinar la joya que ha vendido por 18 euros más gastos de envío .Aún siguen investigando Eduardo y Manuel. Y se han ofrecido al obispado para que la exponga en la Iglesia de San Sebastián y sea venerada, tal como el obispo de Redón dejó dicho por escrito. “Solo la prueba del carbono 14 puede refrendar cien por cien su antigüedad, pero eso a nosotros se nos escapa”, decía ayer Eduardo, el guardia jurado que ha descubierto algo que puede ser único en la ciudad de Almería.
Cesión gratuita a la iglesia de san Sebastián
El relicario con las supuestas astillas de la Cruz del Redentor ya lo ha visto el párroco de San Sebastián, Manuel Cuadrado, quien ha dicho estar dispuesto a acoger la Cruz en su parroquia. Eduardo quiere cederla para colocarla en una hornacina y que procesiones con la Cruz de Guía en Semana Santa con la Cofradía del Cristo del Amor y llamarla la Cruz de Redón. La reliquia se la han mostrado también al vicario general, Ignacio López, quien se ha mostrado maravillado con el hallazgo y ha dado cuenta al obispo. En España hay una veintena de Lignum Crucis, pero es la primera que aparece en la ciudad de Almería con certificado de acreditación.
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