Hace algo más de un mes, los 14.000 afectados almerienses por la estafa de Fórum Filatélico cerraban ese capítulo de sus vidas con el carpetazo al procedimiento concursal que les devolverá una mínima parte del dinero perdido. Y el final de ese capítulo ha tenido un giro inesperado: dos importantes instituciones dedicadas a la caridad han recibido una considerable donación.
Tras cerrarse el proceso concursal, también ha llegado el final de la vida de la Asociación de Afectados de Fórum Filatélico en Almería, presidida en su última etapa por Manolo Cara.
Al disolverse, la legislación obliga a donar los fondos existentes a organizaciones, algo que los responsables de la plataforma almeriense han llevado a cabo ya con pulcritud.
En un acto íntimo celebrado en la mañana de este viernes en la Casa de Nazaret, una representación de la ya extinta asociación ha hecho entrega a la propia Casa de Nazaret y a Cáritas Diocesana de Almería de sendos donativos de 6.500 euros. Además, en próximas fechas se efectuará una tercera donación a otra organización de Almería.
Al acto de entrega acudieron, además de Manolo Cara, otros representantes de la asociación extinta, como su primer presidente Teófilo Montoya; por otra parte, estuvieron presentes tanto la presidenta de Cáritas Diocesana Almería, Mari Carmen Torres, como el hermano Fermín Betancor, de los Franciscanos de Cruz Blanca, que ejerció de anfitrión del breve encuentro con el que se formalizó la donación de 6.500 euros a ambas instituciones.
La Casa de Nazaret
Por su parte Cáritas Diocesana de Almería tiene entre manos innumerables proyectos y líneas de trabajo en las que podrá invertir esos 6.500 euros para hacer efectiva la ayuda a los más desfavorecidos gracias a la donación de la antigua Asociación Afectados de Fórum Filatélico en Almería, y la Casa de Nazaret empleará esa misma cantidad recibida en algo fundamental: su subsistencia.
Tal y como detallaba el hermano Fermín Betancor, en la actualidad la Casa de Nazaret es el hogar de 38 personas.
La Casa de Nazaret es un lugar realmente difícil de resumir en pocas palabras. Es una residencia, pero no solo para mayores. No es un albergue, porque es un hogar. Un hogar benéfico para aquellos que no tienen nada y cuyos habitantes son de los perfiles más variopintos que pueda uno imaginarse (lo cual dificulta aún más la tarea de los Franciscanos de Cruz Blanca, que se hicieron cargo de la Casa de Nazaret hace unos meses).
De hecho, los residentes tiene un abanico de edades comprendidas entre los 31 años y los 99, edad de la mayor de las habitantes de la Casa de Nazaret.
Tal y como cuenta el propio hermano Fermín Betancor, la institución fue creada para los más pobres sin ayuda de ningún tipo, y a día de hoy subsiste gracias a la caridad de los entes que arriman el hombro: Mercadona cede alimentos, numerosas parroquias organizan actividades para lograr fondos, la propia Casa de Nazaret cuenta con un puesto en el rastrillo instalado en el Parque Nicolás Salmerón...
Todo ello, sin perder de vista el voluntariado, el trabajo desinteresado de aquellos que acuden a ayudar a cuidar a los residentes o a colaborar en el cocinado de sus platos, actividad en la que están especialmente involucradas las cofradías de la capital.
No obstante, a día de hoy la Casa de Nazaret necesita ambas cosas: tanto recursos económicos para poder seguir subsistiendo, alimentando y cuidando a los habitantes de este singular hogar situado a escasos metros del flamante Ikea y el trabajo de más voluntarios que echen una mano en la ardua tarea de cuidar a los que menos tienen.
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