Pasas por su puerta y te vienen a la memoria tantos familiares y amigos que se fueron al cielo, con el mejor servicio funerario de la ciudad. Lejos quedaron esa mesita negra con filos de oro y el libro de firmas con cuatro velas y el difunto en el salón rodeado de la familia. Casas de planta baja y altos pisos, hasta que por fin aparecieron las salas A, B y C, donde todo cambió para siempre.
Todavía en los años setenta costaba sacar al difunto de casa, pero con el paso del tiempo las familias que habían pagado muchos años un entierro de categoría elegían sala, flores y esquela en el mismo Tanatorio.
En la calle San Lorenzo como en la del doctor Barraquer fueron velados miles de almerienses que pasaron a mejor vida, como dice el chascarrillo.
En el salón
Para muertos los de antes, con un coche marca Ford que impresionaba a su paso por la calle. Fueron el recambio de los carros de caballos y daba miedo de verlos. Salían los difuntos desde casa asados de calor en verano o muertos de frío en el invierno, mientras las vecinas llevaban termos con café o de caldo para los presentes.
Una mesita con un tapete negro con filos de oro y un libro de firmas delataba la presencia de un muerto en la calle. Pasabas y te persignabas y seguías tu camino. Salían por la puerta con los pies por delante hacia una nueva vida.
La sala A
Cuando llegaron los tanatorios, el más famoso fue el de la calle San Lorenzo que era conocido como el de FUNALSA y desde allí con la vieja rambla de aparcamiento, se iban despidiendo a los seres queridos con la sala A como la de mejor postín y no recuerdo si era la más cara. Te ofrecían de todo. Un hábito para el difunto si no lo querías vestir; las mejores coronas de flores; y la esquela en la prensa local. Todo te lo hacían unos señores que aprovechando el momento de dolor cuidaban de la familia y le asesoraban para que el entierro diera el nivel, según la póliza.
Céntrico
Ya en los años ochenta los dos velatorios de la ciudad trabajaban en sana competencia siendo el de doctor Barraquer, el de La Previsora, el más céntrico pero con peor aparcamiento ya que la zona de Altamira estaba a tope de tráfico rodado.
Costaba mucho dejar el coche aparcado sin riesgo de multa y daba a dos calles. No eran muy amplias sus salas pero la mayoría accedían andando a despedir al ser querido o a ese amigo o amiga que nos dejaba para siempre. Eligieron el color gris mientras que la competencia un burdeos tirando a marrón que aún perdura. La flota de vehículos de ambos tanatorios era variada y desde un buen Mercedes pasando por un Seat 1500 o un Dodge, todo valía para llegar al cementerio de San José y completar un entierro como Dios manda.
Expansión
Luego llegó el Mediterráneo a Huércal (pero creo recordar que tenía las oficinas a espaldas de ‘la India’) y más tarde el Tanatorio de Almería junto al Juan Rojas o el Portocarrero, que parece ser el de mayor postín y que ofrece una mayor proximidad al campo santo porque sus vistas son al cementerio de San José. El Tanatorio El Centro está junto al pabellón 'Rafael Florido'.
Todos hemos tenido que pasar por allí por la muerte de un ser querido, y lo importante es salir andando y estar vivo porque tarde o temprano nos va a tocar. Por FUNALSA pasó mi tío Juan, el tío Pepe, y mi padre. Al tío Luis le tocó el de Almería ya al filo del año 2.000. Por FUNALSA pasó el locutor José Miguel Fernández a los 51 años y despedimos a Antonio Uclés que no tenía ni 20, que sufrió una muerte súbita en la sede de la RFAF de la calle Reyes Católicos.
¡Quién lo alquila!
Cuando paso por la calle San Lorenzo se nota que el viejo Tanatorio ahora es un almacén de material funerario, y sigue funcionado dando otro tipo de servicios, mientras que el de La Previsora de la calle doctor Barraquer sigue como el último de sus días de servicio y siendo elegido por los grafiteros de perfil bajo, para hacer unas pintadas que delatan su mala educación y escaso talento con el spray de pintura.
Muchas veces me pregunto si a alguien se le ocurriría alquilar el local de FUNALSA o el de La previsora, para montar una cafetería. Por bonito que fuera el nombre del nuevo establecimiento a la hora de quedar para echar un café, a todos se nos vendría a la memoria que aquello fue un Tanatorio.
Tiene poco mercado un local de este tipo: por metros que tenga y por disfrutar de la mejor ubicación.
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