Con los efectos del cambio climático cada vez más visibles, importantes urbes europeas como París, Madrid, Barcelona o Bruselas llevan varios años preparándose para el clima que se avecina en 2050. Estas ciudades planifican un futuro más verde, con actuaciones que ayuden a mitigar las consecuencias del calentamiento global y la pérdida de la biodiversidad en sus núcleos urbanos, teniendo cada vez más en cuenta el cuidado de su arbolado. Pero también localidades de España más pequeñas como Huesca, Salamanca o Santa Cruz de Tenerife están respondiendo a la llamada de esta emergencia climática para la que, por contra, Almería no parece estar preparándose.
Los árboles, entre otras cosas, aumentan la biodiversidad urbana, uno maduro pude absorber hasta 150 kilogramos de CO2 al año, ayudan a enfriar el aire entre 2 y 8 grados centígrados, pueden mejorar la salud física y mental de los ciudadanos y aumentan el valor de una propiedad en un 20%, además de atraer turismo y negocios. Su importancia es innegable y en la capital almeriense, según expertos arboristas, "no se les trata como deberíamos".
Mal diseño de los alcorques
Planificar una ciudad con árboles es vital, pero más lo es diseñar correctamente los espacios para acogerlos y su posterior cuidado. En calles, plazas y parques de la capital almeriense hay infinidad de estampas que muestran la carencia de un proyecto claro y efectivo que haga de la ciudad un lugar adaptado a los retos medioambientales que se avecinan. Un claro ejemplo es desde hace décadas la falta de previsión a la hora de hacer los alcorques, los cajetes en los que se ubican los árboles.
Entre las calles Locomotora y Las Alpujarras, en Las 500 Viviendas, el crecimiento de las raíces de cuatro grandes ficus han ido levantando en el último lustro más de un centenar de losas del suelo en menos de 40 metros, generando problemas tanto para los árboles en cuestión como para los viandantes, ante el peligro que ello supone. Esta situación, desgraciadamente, se da en otros muchos puntos de Almería por culpa de "un mal diseño desde el principio y una mala selección del arbolado".
La paisajista, ingeniera agrícola y docente Mar Verdejo explica que "en lugares que hay espacios, como en ese parque en cuestión, se podrían haber hecho alcorques corridos (más amplios, sin suelo duro), pensando en el futuro, en que cuando el árbol ya está maduro y hace sus servicios ecosistémicos necesita un espacio adecuado. Pero no se hace. Hay que pensar en el árbol desde el inicio, en el lugar en el que va a estar durante muchos años, en los que nos dará muchísimos beneficios".
Ante esta problemática, a la que se une que "no le van abriendo espacio tampoco cuando se llega a una situación así", la divulgadora considera que para que eso no ocurra "hay que planificar la ciudad pensando en los árboles, porque urge ante la emergencia climática que tenemos", recordando que "antes teníamos las plazas jardín, que eran tan biodiversas, tan llenas de sombra". Piensa que "hay que recuperar ese tipo de jardines porosos, ese intercambio de oxígeno y sobre todo que sean drenantes", pero se siguen haciendo "plazas duras sin planificación para el arbolado".
"Los maltratamos"
Hace hincapié en que "es vital conocer la especie que se va a plantar. Que Urbanismo y Medio Ambiente estén comunicados en una misma dirección. El diseño de ese espacio debe ir acorde al mantenimiento y luego a la perdurabilidad de esos jardines con esos árboles. Los ficus cuando pasan los años generan unos beneficios ecosistémicos enormes, pero necesitan unos espacios acordes". Por otro lado, aprovecha para señalar que en las últimas semanas ella y sus colegas ambientalistas han notado cómo los jardines públicos de la capital "están achicharrados".
Verdejo, arborista almeriense de referencia, piensa que esa problemática en cuestión nace de la "dejadez" de la administración local. "Luego dicen que los árboles molestan, que hacen daño, son peligrosos. En este caso es que los maltratamos, los ponemos en sitios que no corresponden y luego no les hacemos caso. No es un hábitat favorable para que puedan estar a gusto y dañar lo menos posible, además de darnos esos servicios ecosistémicos de lo que nos nutrimos".
Los mandamientos para la gestión de los árboles
Francis Hallé, botánico y biólogo francés, dijo que los árboles "son nuestros protectores" y que no merecen ser tratados "como simple mobiliario urbano". Es por ello que escribió los mandamientos para una buena gestión de los mismos.
- Planificación: ante la construcción de un edificio o un nuevo barrio, planificar antes sus espacios verdes.
- Competencia: rodearse de profesionales para elegir las especies, plantación, podas y diagnósticos de seguridad.
- Previsión: prever un volumen suficiente para el desarrollo de la copa y raíces del árbol cuando sea adulto.
- Modestia: no plantar nunca grandes ejemplares para impresionar.
- Honestidad: No hacer creer que diez árboles jóvenes pueden reemplazar a un gran y viejo árbol abatido.
- No violencia: No podar las ramas o las raíces de un árbol, salvo que sea absolutamente necesario.
- Civismo: Ser inflexibles con las conductas de dejadez y mala educación hacia los árboles.
- Protección: la tala de árboles en las cunetas de las carreteras no es una respuesta a los problemas de la seguridad de tráfico.
- Gratitud: amar los árboles es un modo de amar a los seres humanos.
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