Hoy sería una aventura intentar comprarse una televisión en una tienda del centro de la ciudad porque la mayoría de los comercios de electrodomésticos se han ido a las afueras o están en Internet.
Todo lo contrario que lo que ocurría hace cincuenta años, cuando montar una tienda de televisores y de radios lo más cerca posible del Paseo era una garantía de éxito porque la vida comercial giraba en torno a la avenida principal y porque los electrodomésticos se acababan de convertir en los reyes de las casas, por modestas que fueran. No había una familia, allá por los primeros años 70, que no tuviera ya su televisor presidiendo el comedor ni al menos un transistor en el que los aficionados escuchábamos las retransmisiones futbolísticas de los domingos y las madres las novelas de la tarde. El transistor llegó para ganarle protagonismo a los grandes aparatos de radio de los años 50 porque era más manejable, porque lo mismo te lo llevabas al cuarto del váter que te lo metías en la cama de madrugada para escuchar el programa de José María García.
Casi todos los establecimientos de electrodomésticos convivían y competían cerca del Paseo. A los niños de aquel tiempo nos gustaba colocarnos delante de los escaparates a ver las teles nuevas que iban saliendo al mercado con la confianza de que alguna vez nos encontráramos por fin con la sorpresa de una de aquellas teles en color que empezaron a anunciarse con fuerza hacia 1974, aunque eran un lujo tan grande que estaban fuera del alcance de la mayoría de las familias de la clase media, por lo que fuimos muchas las que sobrevivimos durante años con aquel primer aparato en blanco y negro que entró en nuestra casa para cambiarnos la vida.
Eran muy sugerentes los escaparates que montó la tienda de Meca cuando hacia 1973 abrió una sucursal en el número uno de la calle Ricardos, en la esquina con la calle de Correos. La tienda original estaba en la calle Méndez Núñez hasta que en el 73 la empresa montó otra pegada al Paseo, con espléndidos escaparates que daban a dos calles. Allí fue donde muchos vimos por primera vez un aparato de aire acondicionado. Era un auténtico mastodonte, una caja gigante de la marca AEG, que entonces estaba de moda en refrigeración y en lavadoras.
Meca competía con Bazar Almería, que en aquella década marcaba un ritmo muy alto en su tienda del Paseo y ganaba muchos clientes con su política de pagar por el electrodoméstico usado cuando ibas a comprarte uno nuevo. También era importante entonces la tienda de Radio Sol, en la calle Leal de Ibarra, junto a la Plaza de San Pedro. Los dueños tenían además un taller de reparaciones donde llevábamos los aparatos de radio cuando se averiaban.
Otras tiendas grandes del Paseo eran La Campana, especialista en artículos de Regalo, y Casa Tortosa, donde muchos niños de aquella época vimos por primera vez los magníficos magnetófonos de la casa Philips con los que empezamos a soñar cuando iniciamos el camino de la pubertad.
En la calle Castelar reinaba Brasil Radio y en la calle Reyes Católicos Capri TV, que tenía una estantería llena de transistores maravillosos de las marcas Inter, Lavis, Philips y Vanguard. Por esos años destacaba también la Casa Bosquet, con tiendas en Conde Ofalia y Reyes Católicos, y el Palacio del Contado, que abrió sus puertas en el número 31 de la calle Obispo Orberá.
Una de las primeras tiendas de electrodomésticos que abrió en las afueras, lejos del Paseo, fue Electro Altamira, que fue inaugurada a lo grande en el mes de marzo de 1973. Muy cerca del centro comercial, en la misma calle Altamira, se instaló por esos años el empresario Ramón Alcaraz con su establecimiento Comercial Estrella.
Los comercios del ramo contaban con una lista amplia de clientes, aunque tenían que competir entonces con los aparatos que llegaban de contrabando en el barco de Melilla, siempre a precios más asequibles.
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