Mientras en la planta baja un grupo de personas migrantes aprende algunas expresiones en español (como "subir la persiana"), dos pisos por encima se hacen cuentas y se da balance de todo lo que allí se gestiona. Es el jueves del Corpus Christi y, coincidiendo con esa festividad, se celebra el Día de la Caridad. Estamos en la sede que tiene Cáritas en la calle Alcalde Muñoz y su presidenta, Mari Carmen Torres, concreta en cifras cuánto ha ayudado el brazo social de la Iglesia a los que menos tienen. Lo hace junto a Juan Antonio Plaza, delegado episcopal, que acuña una de las conclusiones del día: "La pobreza en Almería tiene rostro femenino".
Datos hay muchos, y todos van encaminados a ayudar a quienes más lo necesitan. En concreto, un equipo de 40 técnicos contratados por Cáritas han trabajado, junto a 802 voluntarios repartidos por toda la provincia, para actuar en los casos de 22.812 personas.
Todos y cada uno de esos casos permite a Cáritas hablar de un "clima de desesperanza social y de desorientación" en el que viven muchas de esas personas, entre otros motivos, debido a uno de los grandes problemas que acechan hoy a la sociedad al completo y en especial a los que viven en exclusión: "las graves dificultades para acceder a una vivienda", además de "por la creciente precariedad laboral o por encontrarse en una situación administrativa irregular".
Usuarios más jóvenes, voluntarios mayores
En ese trabajo diario con perfiles muy distintos de personas que necesitan ayuda, en Cáritas Almería han podido comprobar tres tendencias: por una parte, hay participantes crónicos. "La pobreza se ha cronificado; hemos atendido a los abuelos, luego a los padres y ahora a los nietos", explicaba Juan Antonio Plaza.
Pero además, también se han invertido las edades de usuarios y voluntarios. Tal y como afirmaba Plaza, otra tendencia es "el envejecimiento del voluntariado; antes había más que ahora, unos 50 más, y la media de edad de esos voluntarios es de 70 años". En ese sentido, el delegado episcopal asegura que "se está trabajando para ver cómo se puede incorporar gente joven de las cofradías" al voluntariado de Cáritas. Y si la edad de los voluntarios sube, la de los usuarios de Cáritas baja: "A la vez, la gente que participa es cada vez más joven; en lo que va de año, es lo que más nos ha llamado la atención", afirmaba Plaza.
Con esas tendencias, lo que también ha cambiado es la forma de actuar de Cáritas. Si antes se ayudaba dando un bocadillo (una ayuda más barata para la propia organización y que, a la larga, solucionaba menos problemas reales de los usuarios), "hemos cambiado el estilo de acompañar a las personas y ahora estamos con proyectos más promocionales. Es más calidad de servicio y de atención", explicaban durante la presentación de los datos de 2023.
Así, los 802 voluntarios y los 40 técnicos ayudaron en 2023 a 292 personas sin hogar; a 145 personas a través del programa 'Infancia, adolescencia y familia'; a 1.456 personas que acudieron a los Economatos Solidarios de la provincia; a los 780 participantes en los programas de 'Formación básica y capacitación'; a los 161 participantes de 'Formación para el empleo'; a las 126 personas atendidas en el Servicio de Orientación Laboral; a las 10 personas insertadas laboralmente con el Proyecto Textil; a las 142 personas beneficiadas del programa de Vivienda y a las 630 personas atendidas desde el Centro Logístico.
Pocos recursos
Para toda esta actividad, Cáritas en Almería ha empleado algo más de un millón ochocientos mil euros. A pesar de ello, Plaza denuncia que "los recursos son mínimos tanto a nivel institucional como en la colaboración de la comunidad cristiana".
De hecho, donde más pone el acento las carencias Plaza es en la propia colaboración de la Iglesia de base: "No sé si hay un cansancio de solidaridad. Si tenemos que mantenernos con lo que da la comunidad cristiana, tendríamos que cerrar Cáritas. La aportación directa no llega a los 40.000€. Tal día como hoy, Día de la Caridad, el año pasado se recogieron solo 26.000€", explicaba.
Así, gracias a algunas donaciones y a algunas herencias recibidas, "algún año que otro nos salva". Aún así, "este año hemos cerrado con 180.000 euros de déficit", explica Plaza, quien sentencia que "la solidaridad está envejecida y cansada".
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