Un Sagrado Corazón caído del Cielo

Donado por una familia que vive en el anonimato

En vos confío
En vos confío

Tony Fernández

Tony Fernández
19:58 • 08 jun. 2024

Don Ramón Garrido Domene es un cura sistemático. Sus misas duran lo que tienen que durar, y no se salta el guion salvo en momentos puntuales, y el del jueves 6 de junio pasará a la historia de los “queridos feligreses de San Ildefonso” como nos llama de forma cariñosa. Algo se notaba en el ambiente que no era un día normal, porque la Iglesia estaba bonita, en los bancos imágenes de estreno y reparto de escapularios y estampitas. Llegaba puntual don Francisco Salazar, miraba don Antonio Romera desde el Cielo y Antonio Asensio pendiente de todo, porque presidía la misa el jesuita catalán Raúl Sáiz. Hasta el párroco de Tices estaba presente y llegaron las monjas a la parroquia. Hubo cohetes y el barrio estalló de felicidad con la bendición del monumento, pero antes pasaron muchas cosas que cuento desde dentro, como un “feligrés más” que diría don Ramón. ¡Qué cura, por Dios!



La Misa



Manolo Pérez Vílchez me puso sobre la pista de lo que pasaba esa tarde en San Ildefonso. Algo muy grande que no me pudo contar el hombre, porque iba de un lado para otro. La iglesia se llenó de “feligreses” mientras el Cristo del Perdón y La Macarena asistían a un día de fiesta. No era un jueves más del año. Salieron los curas en procesión y presidió Raúl Sáiz en una armonía perfecta de órgano y guitarra en los rezos a coro.



La Misa fue larga como corresponde, y luego el regalo de las estampas del Sagrado Corazón de Jesús y los escapularios que fueron bendecidos y recibidos con enorme pasión por todos.



Incensario



Antes de la procesión hacia el monumento llegó el regalo para el Santuario de Tices. “Para que cada vez que el incensario que os regala la parroquia de San Ildefonso se mueva por Tices, llegue la bendición del Cielo”, le decía don Ramón a don Antonio Cobo, el párroco de Tices, que hace unos días recibía a los feligreses de San Ildefonso en visita inolvidable para todos, hasta el punto de no parar de saludar a los presentes que seguro volverán a Tices.



El regalo era recibido con palabras y aplausos antes de que llegara la esperada procesión hacia el monumento que ya preside la plaza Barbieri a las puertas de la Iglesia de San Ildefonso. Ovación de los seminaristas presentes -que se me olvidó citarlos anteriormente. Perdón-.



La obra

No quiero entrar en muchos detalles sobre el monumento al Sagrado Corazón de Jesús. Solo les diré que es de mármol blanco y está en el centro de la plaza mirando a la iglesia y cuidando a los vecinos. Sencillo como todo el barrio, pero con un esplendor que lo da la donación de la obra por parte de una familia anónima, que cumple una promesa por la salud de un hijo que ha recuperado la fe y la esperanza gracias a Dios. Increíble.


Todos los presentes sabemos que vale mucho dinero y que la donación ha sido importante, pero respetamos el silencio de los que lo hicieron posible y nos quedamos con esa procesión hacia Cristo, donde cada uno estaba en su lugar y todos como Dios manda. El más emocionado era don Ramón que se le notaba feliz porque siempre será recordado como el párroco del Sagrado Corazón.


No pude evitar acordarme de don Antonio Romera que fue nombrado en la misa y que estaba en nuestros corazones. Don Francisco Salazar, Antonio Asensio y los seminaristas, pusieron el listón muy alto en una tarde de emoción mientras el cielo de Almería era testigo de que algo grande sucedía en el barrio de la Plaza de Toros, en una plazoleta donde nunca pasa nada, hasta que bajó  Dios del Cielo esa tarde.


La bendición

Jamás olvidaremos el momento cuando el agua bendita se derramaba sobre el monumento y otra batida de cohetes hacía temblar el suelo y el cielo por igual. La procesión emprendía regreso al interior de la parroquia y San Ildefonso como el Cristo del Perdón y La Macarena, eran testigos, sin olvidar a la Virgen del Rosario y una Virgen Yacente a sus pies, que no sabemos de donde ha salido. ¡Qué bonita la madre de Dios!.


No me quedé al final porque estoy operado de la vista y me salté el protocolo médico y tenía que madrugar mucho pero se pueden imaginar cómo acabó la tarde de gloria. Ya tenemos un motivo más para antes de entrar a misa rezar un Padre Nuestro al monumento al Sagrado Corazón de Jesús que nos ha regalado una familia de Dios.


Si ser cristiano tiene sus ventajas, momentos como el vivido el jueves día 6 es todo un privilegio porque te acerca a Dios que está aquí. Un día impresionante.


La familia que donó el monumento estaba allí. Seguro.


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