Una calle para Juan Domínguez

Almería no puede olvidar al rey de la comunicación

Tony Fernández
20:08 • 10 ago. 2024

El recambio de Álvaro Cruz, ‘Pototo’, en la COPE, era maestro de escuela pero jamás pisó un aula para dar una clase. Era Juan Domínguez un buen estudiante que hizo felices a sus padres acabando la carrera de Magisterio para ganarse el porvenir. Era carne de aula cuando la radio se cruzó en su camino para siempre. Empezó porque un amigo le dijo que tenía buena voz y cuando probó el ‘veneno’ del piloto rojo ya no se fue. Ser el recambio de ‘Pototo’ eran palabras mayores en aquella Almería de los años setenta, y presentar los eventos del maestro en el verano todo un reto. Pero nada hizo más feliz en las ondas a Juan Domínguez Díaz que ser un hombre del ‘Supergarcía’ y presentar los Juegos del Mediterráneo 2005 en su ciudad. Hizo televisión y escribía en la prensa local pero nada que ver con la radio, que era su mundo.



El miedo al piloto rojo se lo llevó a la tumba y detrás de ese poso de personalidad y categoría había una persona sencilla que regalaba cariño. Pasó por la vida corriendo y parándose en la calle con todo aquel que le preguntaba. Así era una estrella de la radio que ahora sigue brillando en el cielo.



Corriendo



La radio no daba para comer y simultáneo con su oficio de administrativo en Catalana Occidente, había que llevar dinero a casa y no tenía descanso ni los fines de semana, cuando se lo ‘rifaban’ en las fiestas de los pueblos y en las discotecas de moda porque era un presentador guapo y muy elegante.



No sabía decir que no y se enganchaba a las mejores aventuras con la vespa desde la compañía de seguros a la radio y viceversa. Pasaba por la casa a ducharse y ponerse el traje y la pajarita. Así se le fue la vida mientras sus hijos crecían. Los veranos en Retamar jugando al dominó se pueden catalogar como sus mejores vacaciones pero no desconectaba nunca, y estaba al tanto de todo porque se paraba con los oyentes y compartía sensaciones sobre la radio que proyectaba.



Creciendo



Domínguez hacía cuatro horas de radio seguidas en sus inicios y los fines de semana de fiesta en fiesta. El dinero que ganaba no lo disfrutaba porque no tenía tiempo. Su radio era para todos y todas las edades y nada le hizo más feliz en su carrera que el deporte, con ‘Supergarcía’ cuando toda Almería estaba orgullosa de su locutor de cabecera. Luego llegaron los Juegos del Mediterráneo 2005 donde lo bordó y la televisión que le gustaba, pero menos que la radio, que era su verdadera felicidad. Almería se rendía a su locutor de cabecera que daba brillo a cualquier evento y supo ganarse la confianza de sus directores que le tenían como una estrella de la radio. Juan Domínguez lo hacía todo bien y dejó un legado inmenso. Fue referente para los que llegaron después a antena.



Soñando

El Juan Domínguez de la radio está reciente en la memoria de los almerienses, aunque la persona siempre quedaba eclipsada por la fuerza de su personalidad con el micrófono. Era Juan una persona sencilla que disfrutaba con las pequeñas cosas. Si alguien le paraba por la calle y le decía lo bueno que era se venía arriba. Pero si te preguntaba por el programa y le sacabas los fallos, lo pasaba mal. En las distancias cortas pocos tuvieron acceso y los que llegaban era porque te abría su corazón. Juan tenía sueños pero nunca delirios de grandeza y con su casa pagada, su familia unida y dinero en el banco, todo lo demás era ir a Retamar a echar la partida de dominó con los amigos. Ir a comprar a la Plaza de Almería. Subir y bajar el Paseo y que le pararan los oyentes era la felicidad completa. Porque Juan Domínguez era la persona más sencilla y se merece una calle para que no quede en el olvido su inmenso legado.


Top secret 

Puedo decirlo porque me deja. Él y yo siempre le hemos tenido miedo escénico al piloto rojo y a esos momentos previos a una presentación solo ante el público. Pero nuestro secreto era que al minuto de ese pánico personal te hacías imparable y era la clave del éxito. Porque decía Juan que “los nervios te comen antes pero durante y después reina la profesión”. Era un sabio. Compartimos toda una vida siendo ‘rivales’ en las ondas y amigos fuera de ellas. Me pidió prestada un día la agenda de teléfonos y le dije: “Lo tienes claro, Juanico”. La cara que puso... Pero era mentirijilla porque le daba todo lo que me pedía. Palabra de honor. Juan no se tuvo que marchar tan joven. Se fue corriendo la estrella de la radio con tantas cosas por hacer y tanto cariño que regalar.


Por Dios, una calle para Juan Domínguez.



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