La ciudad de Almería, que sigue conmocionada por los sucesos ocurridos la semana pasada en Valencia, tras el paso mortal de una dana sin precedentes, ya sabe lo que es echar una mano al pueblo valenciano porque lo hizo cuando en 1957 la región levantina fue azotada por un gran temporal que al menos dejó 81 fallecidos.
Aquel suceso ocurrió el 14 de octubre de 1957 y nada más conocerse la magnitud de la tragedia, los almerienses se volcaron para ayudar a los afectados. El primero en reaccionar entonces, dos días después de la inundación, fue el Gobernador Civil, Ramón Castilla, que tuvo la iniciativa de abrir una suscripción en favor de los damnificados. Entre los primeros donantes estuvo el Ayuntamiento de Almería, que ingresó 25.000 pesetas en la cuenta.
La llamada no tardó en encontrar una respuesta masiva entre los ciudadanos y entre los comercios de la ciudad. No corrían buenos tiempos para la economía. La Almería de 1957 arrastraba aún las heridas de la cruda posguerra. El paro obrero era una constante y la pobreza seguía estando presente en los barrios periféricos, pero a pesar de todos los obstáculos, la gente colaboró con lo que pudo, unos con sumas importantes y otros con una humilde moneda de cinco pesetas que sumadas a otras muchas también formaron parte de ese gran gesto de generosidad por parte de los almerienses.
La movilización fue general y en los pueblos los vecinos colaboraron a través de las cuentas que se abrieron en los ayuntamientos y en las casas parroquiales. La labor de Cáritas, presente en casi todos los municipios de la provincia, fue fundamental para además de recaudar dinero, conseguir artículos imprescindibles como ropa, jabón y medicamentos que tanta falta hacían en las zonas más afectadas. El Colegio de Farmacéuticos envió una expedición con medicinas esenciales como analgésicos, antidiarreicos y antibióticos.
Además de la suscripción que puso en marcha el Gobierno civil, quedó abierta una cuenta corriente en el Banco de España, donde iban los almerienses a depositar su aportación.
El Gobierno civil donó la cantidad de 10.000 pesetas, la Diputación Provincial puso 25.000, lo mismo que el Ayuntamiento de Almería. Cáritas Diocesana hizo un ingreso de 10.000 pesetas y la Cofradía de Pescadores colaboró con 1.000 duros. El personal de la Delegación de Hacienda recaudó 4.200 pesetas, la cantidad equivalente a un día de haberes, mientras que los funcionarios de la Delegación de Trabajo recaudaron 4.000 pesetas.
Fue significativa la generosidad del cura de Albox, que entregó 350 pesetas de su bolsillo para los damnificados y el detalle que tuvieron los responsables del Circo Italia que en aquellos días actuaba en Almería, que decidieron entregar toda la recaudación de la función de noche del 15 de noviembre, unas 2.000 pesetas, para ayudar a las víctimas de Valencia.
El Obispo, don Alfonso Ródenas, quiso dar ejemplo con 5.000 pesetas, un dineral para aquella época, lo que animó a las parroquias de la provincia a echar el resto. Hasta de la iglesia más humilde del pueblo más pequeño llegó la colaboración correspondiente.
El periódico Yugo, para animar a la población en la campaña, iba publicando en sus páginas el nombre de los donantes y la cantidad. Muebles Rabriju, que entonces era una de las empresas más importantes en su ramo, recaudó 1.000 pesetas, la misma cantidad que donó el delegado en Almería de la cerveza Damm.
La casa Romero Hermanos puso otro billete ‘verde’ en la cuenta y los peluqueros y barberos de la ciudad se unieron para recaudar 3.000 pesetas. Los profesores del Instituto colaboraron con 770 pesetas y en la emisora de Radio Juventud se pusieron en marcha distintas emisiones para llegar al corazón y a los bolsillos de los almerienses, en una campaña que llegó a ser todo un éxito, con cerca de 20.000 pesetas recaudadas. Para completar la colaboración, el 1 de diciembre de 1957 se organizó un festival taurino para los damnificados de la región levantina.
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