Heridas de la violencia de género: “Los niños sufren traumas y baja autoestima”

A finales de septiembre, en el sistema VioGén permanecían 3.048 casos activos en Almería. Probablemente esa sea solo una proporción de los casos de violencia de género que hay en la provincia, ya que en muchas ocasiones ni se denuncian ni se notifican. Con ello se comprende que son más de 3.000 mujeres las que sufren la violencia machista. Sin embargo, las mujeres no son las únicas víctimas del maltrato físico, psicológico o verbal ya que, la violencia de género acaba afectando a todo el entorno familiar, y especialmente a los niños. 

"El sufrimiento emocional y personal repercute tanto en niños como en niñas. Observar una situación, donde la violencia se manifiesta en cualquiera de sus formas, implica dolor para estos niños, y además puede conllevar a que acaben aplicando estas actuaciones como modelos de aprendizaje", explica el psicólogo infantojuvenil, Antonio García Ríos. Con ello viene a referirse a que los niños acaban aceptando estos patrones de comportamiento como modelos a seguir, y de este modo, pueden desarrollar conductas violentas y comportamientos destructivos. 

El entorno es el que moldea a los niños: "son como la cerámica"

"En este sentido, los niños son como la cerámica, es decir, es el entorno el que los moldea. Por ejemplo, si el alfarero trata la arcilla con cariño y cuidado, la cerámica será firme y hermosa, pero si las manos que la moldean son bruscas y agresivas, la arcilla quedará tosca y con marcas que serán difíciles de corregir", desarrolla el psicólogo. De este modo, el ambiente violento moldeará a los menores, generando un grave daño emocional que podría llegar a alterar su capacidad de vivir con amor, paz y respeto, pilares fundamentales sobre los que debe desarrollarse la crianza de los niños. 

Si las conductas violentas ya son un peligro para los niños, el silencio es uno de los mayores factores que agravan la situación. En muchas ocasiones, las mujeres maltratadas no denuncian al agresor, y los motivos por los que no lo hacen pueden variar desde la vergüenza hasta la inconciencia sobre cuál es su realidad. Guardar silencio, por desaconsejable que sea, es una forma en la que muchas familias tratan este asunto sin tener en cuenta la repercusión que esto puede tener en los menores: "Si no se toman medidas ante las agresiones, lo más probable es que los niños normalicen este tipo de comportamientos y más tarde los reproducirán. Por otro lado, los menores que tienen la capacidad de percatarse de que eso no está bien, por lo general no actúan por vergüenza o por el sentimiento de culpa que les provoca pensar en que podrían mandar a su padre a la cárcel", detalla Antonio García.

Asimismo, la presión que se ejerce sobre los menores para que se mantengan callados, es el origen de los traumas y problemas de autoestima que pueden desarrollar en un futuro, aunque se pueden evitar si se tratan a tiempo. Es por eso, que es tan importante la educación emocional y desde la perspectiva de género en las aulas de los centros educativos. Educar en materia de género desde edades tempranas resulta esencial, porque de este modo los niños podrán tomar medidas cuando aprecien situaciones de violencia de género, y también será posible actuar en consecuencia para anular el efecto negativo de la violencia en su desarrollo. 

La educación como clave para evitar la violencia de género

"Se dan muchos casos en los que son los niños los que 'denuncian'. A veces nos hemos llegado a sorprender porque lo han hecho niños muy pequeños. Por lo general suelen hacer esta confesión a sus profesores, porque son sus personas de confianza, pero también suelen acudir a familiares más cercanos", señala el psicólogo. 

Por el contrario, si es la mujer la que interpone una denuncia ante el padre del menor, al final acaba surgiendo una de las preguntas más inquietantes: '¿Puede ser un maltratador un buen padre?'. "Siempre debe prevalecer la seguridad del niño. Si el padre continúa siendo una amenaza para el menor o para la madre, jamás se debería permitir que mantengan contacto, pero en algunos casos solo es el tribunal el que puede determinar si es posible que el padre siga viendo a sus hijos. No obstante, muchas veces nos encontramos con que debemos atender las necesidades emocionales de los niños. Los hijos también tienen el derecho a una relación con ambos progenitores pero siempre y cuando sea beneficioso y no perjudique al niño", puntualiza Antonio García. 

En cualquier caso, cuando se produce una separación o un divorcio por malos tratos el hecho de comunicárselo al menor o a la menor afectado debe fundamentarse en cuatro pilares: primero, debe comunicárselo una persona con la que se sienta seguro y se debe hacer de forma honesta; segundo, en todo momento deben validarse sus emociones; tercero, reforzar la sensación de seguridad; y por último, buscar el apoyo profesional en el caso de que sea necesario. 

Apoyo psicológico para evitar traumas

Sin embargo, no todos los casos de violencia de género acaban en divorcio y por desgracia, algunos tienen un desenlace fatal que acaba en el asesinato de una madre a los ojos de sus hijos como ocurrió recientemente en La Mojonera, el último crimen machista de la provincia. En este caso el protocolo de actuación debe activarse con la mayor celeridad posible, y los niños deben ser tratados inmediatamente por un psicólogo que le aplique las terapias necesarias. Estos hechos traumáticos por lo general pueden llegar a desarrollar psicopatologías graves, comportamientos disruptivos y destructivos, conductas violentas, que incluso podrían aparecer pasados varios años del suceso. 

En lo que va de año, la violencia de género se ha cobrado la vida de dos mujeres y dos niñas en la provincia de Almería, y ha dejado a tres menores huérfanos.