Lola de Quero: “Cuando veo esos programas de flamenco en Sevilla y Málaga... Habría que repartir más””

De la Peña El Morato han salido jóvenes figuras del cante como Rocío Segura o María José Pérez. La apuesta por los jóvenes

Lola de Quero, presidenta de la Peña El Morato
Lola de Quero, presidenta de la Peña El Morato
Miguel Naveros
23:08 • 31 oct. 2015

Llega a la carrera y con el cansancio de una noche larga, de una noche típica de peña, de esas que en su animación parecen no querer acabar nunca.




Es curioso: dicen que usted se aficionó al flamenco en Alemania.
Sí, cuando era muy pequeña. Allí empecé a oír flamenco, en un pueblo al lado de Colonia donde vivíamos. Mis padres tuvieron que emigrar cuando yo tenía cinco años. Con los primeros ahorrillos mi padre compró un magnetofón, uno de aquellos con dos ruedas enormes, que aún conservamos. Nos sentábamos a la mesa y oíamos a Farina, a Manolo Caracol, a Marchena, sobre todo a Valderrama. Recuerdo a mi padre llorar con aquellos cantes. Oíamos también flamenco en la radio, en la que pillábamos de España y en radio Pirenaica también, recuerdo. 




¿Cuánto estuvo en Alemania?
Mi madre y nosotras nos volvimos pronto, cuando yo tenía siete años, y mi padre se quedó cuatro años más. A su vuelta íbamos a los festivales, que se celebraban en la Alcazaba. Yo iba siempre con él. Me acuerdo que era como revivir aquellas tardes de Alemania alrededor de la mesa oyendo. Me gustaba, me gustó siempre.  De jovencilla llevaba cintas de flamenco en el coche que me compró mi padre cuando me saqué el carnet de conducir. A mis amigas les extrañaba, porque entonces a los jóvenes aquello les parecía como rancio, pero a mí me daba igual. Me gustaba mucho, era mi coche y las ponía.




El flamenco la ha acompañado a lo largo de toda su vida..
Desde luego. Con mi padre de pequeña y después con aquel joven maestro al que conocí y que es mi marido, Antonio. Lo conocí cuando él estaba en las prácticas de Magisterio, y con actividades flamencas de por medio, por supuesto.  Le había tocado hacer las prácticas en el Puche y estaba preparando con unos gitanillos del barrio su participación en un festival de canción religiosa que se hacía en el Apolo. Antonio había preparado letra y música, y había metido una soleá en la actuación: ‘Hoy te pedimos, Señor, que alumbres a los que nos gobiernan para que nos saquen de esta situación’. Recuerdo aún la letra, ya ve. Y el coro empezaba así: ‘Somos un barrio olvidado de esta nuestra Almería’.




Impresionarían los chavales en el festival. 
Que si impresionaron... ¡Ganaron! Algunos colegios, como La Salle, habían preparado coros impresionantes, pero los que se llevaron el premio fueron aquellos gitanillos de tenis rotos y pantalones gastados. En esos días conocí yo a Antonio.




Vamos, que la impresionó a usted también.
Pues sí, y qué dilema, porque yo tenía un novio. Pero no sé... Cuando lo vi, me dije: ‘Esto es lo que yo quiero’. Y acabé por decidirme, claro. 




¿Cuándo fue aquello?
En 1979, y ya fue todo flamenco en mi vida. Antonio vive para el flamenco y a mí me gustaba cada día más. Nuestra vida entera ha girado alrededor del flamenco.




¿Desde cuándo lleva usted presidiendo la peña El Morato?
Desde 2003, cuando Constantino, que fue el fundador, no podía ya más. Era ya mayor y estaba cansado de esa batalla diaria que era sacar la peña adelante. Le costaba dinero todos los meses. Estaba ya para cerrar.
Y propuso que cogiera la presidencia Antonio, pero Antonio no podía y me lo ofreció a mí, Me lo propuso por encima  y le dije que no, pero según estaba llegando a casa empecé a animarme y acabé aceptando.
Salí por unanimidad, me acuerdo, unanimidad de pocos, porque quedaban pocos socios, pero me votaron todos. Y hasta ahora. Al principio me ayudaron mucho Antonio y Constantino.


¿Cuántos socio tiene ahora?.
Algo más de cien, pero no es una peña sólo para socios. El Morato es una peña abierta a la que puede entrar gratis todo el mundo. No hace falta ser socio para ir. Hemos querido cubrir ese espacio no sólo para los aficionados, sino también para quien quiere ir por simple curiosidad. Y creo que lo hemos logrado. La peña suele estar llena de aficionados de toda la vida y también de gente que se está acercando al flamenco. El ambiente es muy acogedor y eso atrae a gente.


¿Y en cuánto a las actuaciones tienen una línea propia?
Hemos dado siempre prioridad a los artistas jóvenes almerienses. Rocío Segura cantó en la peña con diez años. Y apostamos por María José Pérez, que acaba de ganar la Lámpara minera. Y por Antonia López.  Siempre les hemos prioridad a los jóvenes, igual que siempre ha habido una guitarra para acompañar a quien quisiera cantar. Hemos querido hacer de la peña un lugar para vivir el flamenco. Los cantaores que vienen se van con un buen recuerdo, con el respeto de un silencio sepulcral durante la actuación y con la sensación que produce la calidez de la gente. En el Morato escuchamos, no juzgamos. Vamos a disfrutar con los cantaores.


¿Tienen las peñas almerienses mucho apoyo institucional?
La nuestra muy poco, desde luego. Una pequeña ayuda del Ayuntamiento para el certamen de saetas en Semana Santa, que, por cierto, es único en Andalucía. No hay ninguna peña que saque las saetas a la calle los ocho días, los ocho. Llevamos las saetas a todos los pasos, los oficiales y los no oficiales.


¿De qué vive la peña?
De las cuotas de los socios, de la lotería de navidad y algunas rifas, del donativo por amistad de algunas empresas. Con ello alcanzamos a una programación anual de actuaciones y a actos paralelos, conferencias, presentaciones de libros, etc. Si tuviésemos más apoyo podríamos plantearnos más cosas, como acabar de organizar el archivo, que es un muy buen archivo, con decenas y decenas de actuaciones grabadas, desde 1983. 


¿Lo graban todo?
Sí, y ahora también en video. Ya hay un disco en directo, el de Bernardino Miranda, con Luis Calderito a la guitarra. Segundo Falcón se lo está planteando ahora.


¿Está Almería falta de grandes festivales?
Tendría que haber más, sí. El de Feria se ha consolidado, y ése es un logro del Ayuntamiento, pero a los aficionados nos sabe a poco. Es, al fin y al cabo, un festival de sólo tres días. Cuando vemos esas programaciones en Sevilla y Málaga... Habría que repartir más. No puede ser que también en esto esté olvidada Almería. Y pasa como otras cosas, que no cabe decir que es culpa de la crisis, porque antes de la crisis era igual.  Desde luego yo echo en falta más festivales como el que se hace en Feria, al que no pongo más pero que el del hecho de que se celebre durante la Feria, que distorsiona. Siempre he pensado que en la Alcazaba tendría que haber programación continua de flamenco. Quien recuerde los festivales en la Alcazaba puede dar fe de lo magníficos que eran. Es un recinto maravilloso. 
En verano tendría que haber una actuación por la noche cada semana, y en invierno se podía hacer algo como lo que se está haciendo en Córdoba, una matinal los domingos. Con el clima que tenemos, iría mucha gente, y a las actuaciones por la mañana se va en familia y eso crea afición, los niños se acercan al flamenco. 
 



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