Este viernes, poco antes de la hora en que se cumplía una semana de los atentados terroristas de París, una representación de la comunidad musulmana de Almería encabezada por Abdellah Mhanna (imam de la mezquita del centro histórico y coordinador provincial de imanes) y el presidente de Codenaf, Mohamed Bentrika, visitaba a la cónsul de Francia, Nicole Picat, en su residencia de la capital almeriense.
Fue un encuentro discreto, sin publicidad, sin fotos. Una visita de pésame para transmitir las condolencias en nombre de los musulmanes almerienses a la representante del Estado francés por la sangrienta acción que el viernes 13 de noviembre segó la vida de 130 personas inocentes en la capital francesa. Una visita “de amigos”, sin alardes, pero con un mensaje contundente: “queremos transmitir nuestro rechazo a la violencia, al odio y al derrame de sangre inocente, que no hace más que engendrar nuevos conflictos, nuevas heridas, acrecentar el odio y quebrantar la convivencia”.
Condena enérgica
La expresión de la condena por parte de los musulmanes de Almería había quedado plasmada apenas unas horas después de la masacre en un comunicado suscrito por el Centro de Imanes por la Paz, la Federación Al-Andalus Sur de inmigrantes musulmanes y la Unión de Comunidades Musulmanas de Almería. El texto se le envió inmediatamente a Nicole Picat por correo electrónico, pero la comunidad musulmana quiso, además, hacérselo llegar en persona unos días después en un gesto inequívoco de rechazo a la violencia ejercida en nombre de una religión que, como subrayan todos sus portavoces, defiende justo los valores opuestos: los de la paz.
Islam es paz
Eso es lo que repiten constantemente, y con más intensidad en momentos tan difíciles como los actuales, los seguidores de la religión de Mahoma. Que no se mezclen Islam y terrorismo, dos conceptos antagónicos. En Almería profesan a día de hoy la religión musulmana en torno a 80.000 personas, que en los momentos más álgidos de la inmigración desde el Magreb han llegado a ser hasta 105.000. De Adra a Huércal Overa hay abiertas por toda la provincia 34 mezquitas (siete en la capital) y estos centros de culto, religiosos pero también culturales, están “abiertos para cualquier tipo de observación e investigación, lo único que rogamos siempre es que se respete la dignidad de la mezquita”. Quien así lo señala es Abdellah Mhanna, palestino, químico de formación y actualmente profesor de religión islámica en el CEIP El Puche, además de coordinador de los imames de Almería desde hace 17 años. Su reflexión es meridiana: “nosotros vivimos aquí, es nuestro país, somos la minoría musulmana en España, nuestro marco de referencia cívico es la Constitución y nuestro marco de referencia religioso es el Corán, defendemos esta tierra y si encontramos un peligro somos los primeros que luchamos contra él”.
El peligro en las redes
En este sentido, subraya que no son a día de hoy las mezquitas, comunidades muy controladas, donde todos se conocen y poco pasa desapercibido, los lugares donde los integristas captan adeptos o se ocultan. “El papel de las mezquitas es guiar a los musulmanes en el Islam moderado, pacífico y contra cualquier interpretación fanática”, añade el imam. Ahora el mayor peligro está en las redes sociales y en la soledad indefensa ante el ordenador de jóvenes desesperanzados y sin referencias. Mohamed Bentrika, presidente de la asociación Codenaf, marroquí instalado en España desde la década de los 80, ha visto los métodos de cerca. “Yo he tenido en mi Facebook a un integrista de Daesh [nombre en árabe del Estado Islámico], me dijo ‘hermano, vamos a liberar Al-Andalus´; yo le he respondido Al Andalus no necesita liberarse, está libre y nuestra comunidad musulmana está protegida; enseguida me eliminó”. “Las redes sociales –apunta Bentrika- son un arma de destrucción masiva”, un arma que utiliza a jóvenes “frustrados y con un vacío ideológico, que cree encontrar en el radicalismo musulmán una respuesta a sus problemas”.
Tanto el iman como el dirigente asociativo tienen definido el perfil de los enemigos, que lo son también de los propios musulmanes: grupos terroristas bien entrenados y financiados, en cuya creación -argumenta Mhanna- tiene responsabilidad Estados Unidos y su alianza.
Ambos, cada uno por su lado y coincidentes con lo que estos días proclaman todos los líderes de las distintas comunidades musulmanas, insisten en clarificar que el Islam está alejado de principios que inciten a la violencia y a los actos terroristas. Mhanna cita un versículo del Corán: “Si alguien mata a una persona –a menos que sea por asesinato o porque extienda el mal sobre la tierra- es como si hubiera matado a toda la humanidad, y si alguien salva una vida es como si hubiese salvado la vida de toda la humanidad”.
Al imam le ha molestado que no se les invitara a los representantes de la comunidad musulmana a las convocatorias de repulsa por los atentados. “Nadie nos avisó, y hablaron solo de los valores cristianos; juegan políticamente con la sangre de las víctimas”, señala.
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