En casa - Día 58

“La madre naturaleza fue espléndida con la península ibérica y sus archipiélagos”

" España era el no va más y a nosotros nunca jamás nos faltaría el turista".
" España era el no va más y a nosotros nunca jamás nos faltaría el turista". Pixabay
Ricardo Alba
18:42 • 14 may. 2020

Esta mañana pedaleaba en la bici estática con los ojos puestos en la carretera. En las cercanías ya de Despeñaperros, levanté la vista al cielo. Estaba limpio, como de recién pasada la bayeta Vileda. La luna se dejaba ver en cuarto menguante. Tenía el blanco del color de algodón blanco y la textura de tarta blanqueada con azúcar glass. Y bien, decía que vamos a lo nuestro. Mi red de avispados y expertos ojeadores me transmiten las inquietudes y penurias del sector turístico en el que incluyo, faltaría más, a la hostelería. Ciertamente su padecimiento es comprensible, máxime si la brújula indica hacia la ruina.



La madre naturaleza fue espléndida con nosotros, digo con la península ibérica y sus archipiélagos: sol casi perpetuo, costa interminable, parajes de interior maravillosos, en fin, si no la gloria, casi. El ser humano español, que no es tonto, cayó pronto en la cuenta de que podía obtener provecho de este maná caído sin más entre sus manos. Se construyeron hoteles y después también hoteles más grandes. Se abrieron restaurantes y luego también más restaurantes. Así como en el trigal florecen las amapolas, se sembraron bares y más tarde también más bares. Afloraron campings, chiringuitos, hostales, y más adelante también más campings, chiringuitos, hostales… Pusimos el país al culto del turismo. El asunto funcionaba mucho y bien. En el entretanto, había fugas de corporaciones, de factorías, de fábricas, de talentos, pero, qué importaba, si total, nos llegaban turistas a millones. España metió todos los huevos en el mismo cesto, justo lo contrario a lo que dice nuestro refranero tan sabio para evitar riesgos. Hubo un tiempo del que no aprendimos nada. Fue aquel en el que nadie quería viajar a ciertos países en conflicto y se decantaron por hacer turismo en España. El sector turístico se frotó las manos, España era el no va más y a nosotros nunca jamás nos faltaría el turista. Y nos va a faltar desgraciadamente si las cosas, ya saben, no cambian. Vamos, que no imagino a un turista en cuarentena. 



Durante este tiempo del Covid-19, la ciencia ha avanzado a pasos agigantados. Sin embargo, la economía continúa aplicando las consabidas recetas de siempre que han quedado obsoletas en el enfrentamiento con la pandemia. Los economistas actúan hoy con fórmulas trilladas. Necesitamos a un Julio Verne, a un visionario que vaya más allá de lo conocido en materia económica, porque este virus va más allá de lo hasta ahora visto. Se habla, pero solo se habla, de la España vaciada. ¿Es que en este país no hay entendidos en cómo llenarla? ¿No se aprovechará este tiempo para sacar algunos huevos de la cesta creando industrias, infraestructuras, comunicaciones, tecnología, y, de paso, evitar la extinción de los pueblos? 



Seguramente las respuestas a estas preguntas quedarán en el aire. Qué triste. A lo mejor suena la flauta mientras yo, sin dudarlo, me quedo en casa.







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