La plaza de la Catedral ha recuperado su edificio más alto, para contemplación de vecinos y turistas: tras meses de obras, la restauración de la fachada de la torre catedralicia ha culminado y los andamios ya han sido retirados.
Aunque aún queda un largo camino para que almerienses y visitantes disfruten al cien por cien de la torre de la Catedral (ya que ahora se trabaja en la limpieza, restauración y reestructuración del interior del edificio), el adiós del andamiaje le da a este rincón del casco histórico un nuevo paisaje que trae consigo, además, alguna que otra sorpresa.
Por una parte, se disfruta de lo obvio: aunque se ha intentado que el proceso de restauración no haga que la torre (y su nueva luminosidad) destace en exceso respecto a la fachada de la Catedral, la piedra de la fachada de la torre luce limpia.
Sin embargo, no es lo más destacable. Al limpiar la piedra, han aparecido un par de misterios en ella: una fecha y dos cruces. Todo ello, en la cara de la torre catedralicia que da a la propia plaza de la Catedral.
La fecha
La fecha inscrita en la piedra es el mayor de todos los misterios porque, por ahora, no encaja con ningún hito reseñable de la historia de la torre, según fuentes catedralicias. Se encuentra bajo las campanas, a la izquierda de la torre y a poca altura respecto a la azotea del propio templo (así que cabe imaginar que fue escrita desde ahí). Es un año: 1681.
En un arranque de astucia, cualquier Indiana Jones de ciudad podría imaginar que es la fecha en la que se terminó de construir la torre, pero eso sería caer en un error: la torre fue acabada en 1613, fecha bastante lejana a la inscrita.
Otra opción será ligar la fecha a la de alguno de los dos obispos ligados a los primeros días de la torre de la Catedral: Villalán y Portocarrero.
Por una parte, la idea de que esa fecha esté ligada al obispo Villalán es obviamente errónea: con él empezó todo, pero dejó la torre inacabada al morir en 1556. Pero es que Portocarrero, obispo bajo cuyo mandato se terminó la torre, falleció en 1631.
Los únicos 'hitos' de la Diócesis relacionados a 1681 son el adiós de un obispo y la llegada de uno nuevo: Antonio Ibarra se fue en 1681 para ser obispo de Cádiz y, en su lugar, llegó Juan Grande Santos de San Pedro. Si la fecha de la torre de la Catedral tiene o no que ver con ese traspaso de poderes es, por ahora, un misterio.
Las cruces y otras novedades
Además de esa misteriosa fecha, al limpiar la piedra han aparecido dos cruces grabadas en la piedra de la misma fachada.
Y no es la única novedad rescatada con la restauración: por ejemplo, el yugo de la campana mayor de la torre de la Catedral es ahora verde, color original que se ha recuperado al limpiar la madera.
Por otra parte, el escudo del obispo Portocarrero, que se sitúa en la fachada de la torre que da a la calle General Castaños, ha recuperado parte de la policromía original.
Lo que no ha cambiado de estado son los leones de esa misma calle: para no cambiar la historia y siendo respetuosos con el estado actual de la piedra, las cabezas de león seguirán amorfas y tuertas.
Lo que sí cambiará próximamente es la puerta de acceso al interior de la torre de la Catedral que da a la propia plaza. Cegada a día de hoy, próximamente será abierta esa puerta que se encuentra justo a la espalda de la estatua del Beato Diego Ventaja y que, de hecho, será el acceso con rampa al interior de la torre cuando esta sea visitable.
En otro orden de cosas, las pequeñas ventanas de la torre ya no tienen los viejos tablones que las tapaban. En su lugar, serán instaladas otras hojas de madera acristalada que le darán un nuevo y más aseado aspecto a la torre de la Catedral.
Ahora, las obras se trasladan al interior de la estructura, donde ya se están desarrollando labores de limpieza en el lugar en el que será instalado un ascensor para hacer accesible el interior de una torre que, en unos meses, será uno de los nuevos atractivos turísticos de la ciudad.
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