Cinco siglos después, la comunidad de franciscanos abandona Almería. Los dos únicos hermanos que quedaban, ambos llamados Pedro, han sido destinados a otros conventos y la capital pierde así uno de sus carismas históricos. La marcha de los religiosos responde a la reorganización que están sufriendo todas las congregaciones religiosas en España por la falta de vocaciones y que hace que se unifiquen comunidades para ahorrar costes.
“Los franciscanos han sido un bien espiritual para la diócesis, especialmente para la capital”, señala Emiliano Abad, vicario de vida religiosa y consagrada, antes de comentar que el Obispo está preocupado por mantener la riqueza de carismas. Los frailes menores, cuya primera sede se situaba en San Pedro, atienden hasta ahora la parroquia de San Agustín, en el centro, cerca de la Rambla Alfareros, donde también tienen un colegio. El vicario explica que, aunque aún no se ha tomado una decisión, tanto la parroquia como el centro educativo pasarán a ser gestionados por la iglesia diocesana. Lo mismo ocurrió con la sede parroquial de La Fuentecica, que también guiaban los hermanos de San Francisco y que hace unos años pasó a manos de un párroco diocesano.
Pero no sólo los franciscanos dicen adiós a su labor en Almería. La comunidad de los Agustinos en Alhama también desaparecerá pronto. Los tres frailes que vivían en ella irán a otras sedes. El destino de los hermanos que residen en La Mojonera aún no ha trascendido. Quedan así también otras parroquias sin pastor como son las de Alhama, Terque o Instinción y que también pasarán a ser atendidas por el clero diocesano.
Esta necesidad preocupa también al Obispo, ya que cada vez son necesarios más sacerdotes. De hecho, el vicario de vida consagrada no descarta que alguna parroquia sea encomendada a otros institutos religiosos, o incluso al Opus Dei, como sucedió con la de San Antonio, en Ciudad Jardín.
Lo mismo ocurriría con el colegio de los franciscanos, que a pesar de pasar a manos diocesanas, su espiritualidad podría ser encomendada a otra comunidad, como ocurre con el centro Virgen de la Chanca, encargado a los marianistas.
Lo que sí queda claro es que la marcha de distintas comunidades hace que la diócesis pierda la riqueza espiritual que otorgan los carismas, que el Obispo trabaja por mantener.
Y ocurre también lo contrario: el cierre de conventos en otros puntos de España ha hecho aumentar comunidades almerienses. Los vivieron Las Puras hace unos años, con la llegada de hermanas de Cuenca, que lamentablemente ya han fallecido; y lo están viviendo ahora los dominicos, a cuyo convento se están trasladando estos días los frailes de Murcia.
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