La Pasión según Almería, Almería según la Pasión

Acompañar a la Soledad es ser almeriense y cofrade de todas las épocas

La Virgen de la Soledad llegando a su encuentro con Las Puras
La Virgen de la Soledad llegando a su encuentro con Las Puras
José Leyva
01:51 • 20 abr. 2019

Dios inventó la Semana Santa para que pudiera salir la Soledad. Cristo pasó su Pasión y Muerte de Cruz para que Almería la entendiera al ver a su madre la noche del Viernes Santo. Es una exageración, casi una blasfemia, pero cuando habla el corazón hasta la afirmación más extravagante tiene una verdad poética. Y la Soledad es poesía para el alma.



Dice el refrán que una imagen vale más que mil palabras y, la noche del Viernes Santo, Dios volvió a regalarme la oportunidad de poder verlo y de poder verle; Me llevó al lugar perfecto para poder sentirlo y para poder contarlo. El Viernes Santo, Dios volvió a plantarme en la confluencia de José Ángel Valente con General Castaños.



El lugar cuajado de público y, el entorno, historia pura de la ciudad: el convento de las Puras y la Catedral. Llega el cortejo por tu izquierda, saliendo del callejón. Es una interminable doble hilera de penitentes con sus cirios al cuadril -a la cadera- que transita por la puerta del convento ofreciendo una estampa que puede ser de hoy día como lo podría ser de finales del S.XVIII. Entonces pasas a ser un almeriense atemporal y, aunque tengas veinte, cuarenta o setenta años, sientes Almería en siglos.






Pasa delante tuya el primero de los pasos, el del misterio del regreso del Sepulcro y, detrás, ves como continua la infinita hilera de cirios que sigue apareciendo desde el callejón y se pierde ya por la plaza. Te embriaga la emoción porque sabes quién está por venir y lo que está por pasar. Llega la Soledad, se planta frente a Las Puras y todos rezamos con las monjas. Se despide de ellas, avanza unos metros, se detiene antes de entrar en la Plaza para recibir el cariño de la Hermandad de Estudiantes y, finalmente, toma el camino a la Catedral para realizar Estación de Penitencia. Y no puedes dejar de mimarla, de quererla, de arroparla mientras la ves y la sientes.



Siglos de Soledad por las calles de Almería. Entonces lo entiendes. En el amor con el que quieres arropar a la Soledad se revela con el que Cristo nos arropó a todos y que le costó la vida. Un amor que es el mismo con que arroparon los almerienses a la Soledad en el pasado y con el que la arroparán los almerienses del futuro. Entiendes el todo.



La Virgen de la Soledad es esa imagen que vale más que mil palabras. La que, en una fracción de segundo, cuenta la Pasión según Almería y por qué Almería se rinde a la Pasión.




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