La Mutua Fraternidad Muprespa ha entregado en Madrid sus V Premios Escolástico Zaldívar a diferentes proyectos dedicados a la promoción de la seguridad y la salud. Entre los galardonados, empresas tan importantes como Atresmedia, Cajamar o Software AG España. No obstante, el verdadero protagonista de la gala ha sido un desconocido trabajador agrícola de Antas: Ginés Grima.
Este antuso ha sido invitado al evento para dar a conocer su historia de superación y concienciar sobre la importancia de la prevención de accidentes laborales. “Ha sido una experiencia inolvidable, aunque al principio me temblaba hasta el pensamiento”, admite.
Ginés Grima era capataz de una empresa hortofrutícola cuando, una mañana de 2006, en una de las fincas advirtió que no había luz. Tras inspeccionar el terreno vio un plástico de invernadero colgando de una línea eléctrica. “Pensando que no había luz, consideré que no había peligro y tiré del plástico. La corriente pasó por mi cuerpo y quedé inconsciente en el suelo”, recuerda.
Amputación
Un helicóptero lo trasladó al Hospital Virgen del Rocío de Sevilla y entonces cambió su vida. “Me sometieron a muchas operaciones, siendo la más grave la de mi mano, que tuvieron que amputarla”, explica. Recuerda que cuando fue consciente de lo ocurrido cayó en una profunda depresión, hasta que reaccionó y decidió sacar fuerzas de donde las hubiera. “Me di cuenta que si yo estaba mal mi familia sufría, y cambié de mentalidad”.
La rehabilitación no fue fácil. Fueron meses de estancia en hospitales, lejos de casa. Después, ya de vuelta a Almería, tomó una decisión que sorprendió a los médicos: “Solicité el alta voluntaria, ya que quería volver a trabajar y sentirme útil”.
Vida normal
Hoy en día, Ginés Grima sigue en la misma empresa de entonces, Naranjas Jiménez, pero desempeña otra labor. Se ha reciclado en responsable de Planificación y Gestión en los Organismos Públicos. “Es algo que jamás pensé que podría desempeñar”, reconoce el antense.
Sin embargo, el camino durante esta década no ha sido sencillo. “Yo era diestro, la mano izquierda solo me servía para llevarla en el bolsillo”, cuenta. Por ello, tuvo que volver a aprender a escribir, por ejemplo. “En el hospital mi madre me compraba cuadernillos Rubio, como a los niños pequeños, para aprender a escribir con la zurda”.
Amarrarse los zapatos, ponerse los botones de la camisa, escribir con un ordenador o manejar los cubiertos son acciones cotidianas muy sencillas para cualquier persona, pero un verdadero desafío para alguien que cuenta con una sola mano. “He tenido que aprender a hacer todo de nuevo, pero no hay nada que no pueda hacer”, cuenta Grima. “Lo hago de forma diferente a antes del accidente, más lento, eso sí”.
En gran medida, que este trabajador antuso haya vuelto a disfrutar de una vida sin limitaciones es gracias al trabajo de la mutua, que lo ha apoyado desde el principio. “Me han tratado con profesionalidad y cariño, y siempre me han dado lo que he pedido”, reconoce.
Durante los más de diez años que han transcurrido desde la amputación de su mano derecha, Grima ha tenido diferentes prótesis: una mano básica, una pinza o una mano biónica de última tecnología, controlada por bluetooth, la que tiene ahora.
Su prótesis actual es pionera en Andalucía. Ginés Grima fue el primero en usarla. De hecho, tal es su destreza con la prótesis que empresas fabricantes han querido que hiciera demostraciones en ferias especializadas.
Matilde Góngora, directora provincial en Almería de la mutua Fraternidad Muprespa, asegura que "desde el primer momento que Ginés nos habló de la existencia de la mano y nos dijo que le gustaría tenerla hicimos todo lo posible para que fuera así". Y es que, como reconoce, "el caso de Ginés es especial, ha demostrado desde el primer día su afán de superación".
Conduce camiones, un quad y practica todo tipo de deportes
El caso de Ginés Grima es único. Y lo es porque se ha esforzado para superar cada una de las barreras que ha encontrado en su camino. “Luché mucho para volver a sacarme los carnés de conducir, porque para el de moto y camión me pusieron muchas trabas administrativas”. Pero lo logró, adaptando él mismo un camión para poder examinarse, entre otras cosas.
Hoy en día, se desenvuelve por las fincas de cítricos de su empresa conduciendo un quad. Incluso hace rutas los fines de semana con los amigos. También es un deportista nato. Juega al fútbol diariamente, hasta de portero. “Estoy seguro de que mis amigos no sabrían decir cuál es la mano que me falta”, bromea.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/3/provincia/128157/un-trabajador-de-antas-admirado-por-su-historia-de-superacion