La feria de la noche apuesta por las familias y olvida a los jóvenes

La feria de la noche apuesta por las familias y olvida a los jóvenes

Lola González
20:28 • 16 ago. 2011
La Feria de Almería ha cambiado, y no sólo porque lo haya hecho su ubicación, porque se modernicen las casetas o porque este año ya no se pueda fumar en las carpas cerradas y en la zona de atracciones infantiles, sino porque ha variado mucho el perfil de aquellos que acuden a disfrutar del ferial.

Lejos quedaron aquellas imágenes de auténticos ríos de jóvenes recorriendo las muchas casetas dedicadas a ellos, o la espera a lo largo de todo el mes a que se encendiera el alumbrado para que la ‘marcha’ juvenil se apoderara de del ferial, por una imagen mucho más familiar y ordenada.

Se trata de una tendencia que se ha ido incrementando en los últimos años y que ha terminado de plasmarse este año con la presencia, por primera vez, de un mayor número de casetas tradicionales, un total de diez, que de las denominadas como juveniles que se ha quedado en ocho.

Cierto es que estos datos tienen muchas lecturas. Por un lado demuestra la crisis económica que se ha agudizado en los últimos meses y que ha llevado a muchos a renunciar a montar su caseta, de hecho en esta edición se montan 18 carpas, mientras que en 2010 eran 24 y en 2009 se montaban 21, con lo que en estos tres años de crisis sin duda esta es la edición que más castigada se ha visto.

Precisamente esta situación lleva a que el perfil de los empresarios que deciden embarcarse en montar caseta apueste por un púbico familiar que tradicionalmente consume más que el joven.

Pero la otra lectura es que cada vez son menos los jóvenes que se sienten atraídos por la feria de la noche y que prefieren el mediodía en el centro de la ciudad, que además le permite continuar la celebración en los pubs hasta bien entrada la noche, con lo que, disfrutan a lo largo de todo el día sin necesidad de moverse del centro.

Teniendo en cuenta ambas lecturas lo cierto es que cada vez más la Feria de Almería es para adultos y niños, es decir, para familias, y menos para los jóvenes que apuestan más por otro tipo de diversión. De hecho, esta situación se hizo aún más notable con la prohibición del ‘botellón’.

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