Marruecos reaviva el fantasma de la emigración en Almería

El llamado ‘modelo Almería’ vivirá el 15 de febrero su momento más decisivo. La votación en el Pleno del Parlamento Europeo, a la que están llamados 754 eurodiputados, supondrá un punto de inflexión (un antes y un después) en el futuro de este sector agrícola, que sacó a la provincia del vagón de cola de la economía nacional a finales de los 60, dejando de ser Almería una tierra de emigrantes para convertirse en un vergel verde creador de miles de empleos. Sin embargo, las consecuencias del libre comercio entre la Unión Europea y Marruecos, que supone la ratificación del nuevo acuerdo agrícola pendiente de la votación de la Eurocámara, podría devolver a la provincia al período anterior a la eclosión de los invernaderos. A la emigración.

La Universidad de Almería maneja ya algunos datos, no definitivos, que arrojan que en los últimos dos años en la provincia ha habido más emigración que inmigración. Este fenómeno aún no se ha producido en el entorno agrícola, que es la única actividad que resiste los envites más duros de la crisis, sino en zonas vinculadas a la construcción e industrias afines, como ha sucedido en la comarca de Macael.

El temor está en que la entrada masiva y sin control de productos marroquíes desestabilice a un sector ya de por sí sensible como el agrícola, provocando el desmantelamiento de miles de hectáreas que no podrían competir con costes de mano de obra siete veces inferiores (en Marruecos el día de trabajo se paga a solo 5 euros) y dejando un mercado europeo saturado de hortalizas alauitas baratas, que hundirían a la baja los precios de las pizarras agrícolas. La consecuencia inmediata sería el abandono de cientos de invernaderos, cuyos agricultores no podrían por mucho tiempo vender sus producciones a los bajos precios (incluso por debajo de coste) a los que habitualmente exportan los competidores marroquíes. El cierre de fincas en Almería supondría de forma encadenada el ahogamiento de la industria auxiliar, la caída casi total de la actividad en los centros de manipulado y la bajada del consumo, a todos los niveles de la economía provincial. Distintas fuentes del sector calculan que hay en juego entre 150.000 y 200.000 empleos en Almería.

Según el comité del tomate de la Federación Española de Exportadores de Frutas y Hortalizas, Fepex, (a la que pertenece Coexphal) la aprobación de dicho acuerdo supondría que la tasa de paro en Almería pasaría a superar el 50% (actualmente está en el 33%). Los dirigentes de Fepex hablan de “hecatombe”. De darse tales circunstancias, hablar de emigración no sería descabellado, ya que habría grandes bolsas de parados salidos de la agricultura y que no podrían reengancharse en ninguna otra actividad porque el resto de sectores de la economía provincial están en la UVI desde hace varios años.

Como dato significativo, El Ejido ha perdido en el último año varios miles de habitantes, según datos municipales. Es la primera vez que esta localidad baja en población, ya que hasta ahora era un foco masivo de inmigrantes, debido a su amplía oferta de trabajo. Las cosas han cambiado y ya hay ejidenses emigrantes.

Dos escenarios posibles

Hay dos escenarios posibles si se ratifica el acuerdo alauí. El pronostico más optimista lo describe el economista David Uclés, jefe del servicio de estudios de la Fundación Cajamar: “Se acabaría de un plumazo con el concepto de modelo familiar, iríamos a explotaciones muy superiores en tamaño (más dimensión), cerrarían muchos pequeños agricultores que pasarían a ser asalariados de esos otros grandes empresarios, también desaparecerían muchas hectáreas y habría menos superficie”.

Por lo tanto, el carácter de modelo redistributivo y equitativo de la riqueza que ha sido hasta ahora el ‘modelo Almería’ pasaría a la historia.

Las actuales pequeñas y medianas explotaciones agrícolas darían paso a grandes latifundios, con lo cual cambiaría la naturaleza misma de la agricultura almeriense.

El segundo escenario, el más pesimista, hay que emp