El presunto sicario habló con la acusada 15 veces el día del crimen

Durante tres semanas, B. N. ordenó sus pensamientos para construir una versión verosímil de su participación en el crimen de Los Cabecicos. La Guardia Civil encontró el cuerpo de su marido G. B. de 65 años acuchillado en un cortijo del paraje de Huércal-Overa, cosido a puñaladas entre el pecho, la espalda y el cuello, y la mujer apostó por emprender una huida hacia delante.

B. N. de 67 años se presentó en el cuartel para confesar un error y para poner en el centro de los focos la figura del presunto asesino. La mujer comunicó a los agentes que había pedido un favor a un conocido llamado D. V. El varón debía “dar un susto” a su esposo, para tratar de disuadirle de casarse con su hija (de otro matrimonio), pero el asunto se había ido de las manos.

La Unidad Orgánica de la Policía Judicial (UOPJ) había iniciado una investigación para esclarecer las circunstancias del asalto y trabajaba sobre personas de su entorno. La irrupción de B. N. en el cuartel cerraba el círculo, sin embargo, la versión ofrecida por la detenida ofrecía agujeros importantes de credibilidad.

Los investigadores de la Guardia Civil, en coordinación con el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número Uno de Huércal-Overa, piensan que B. N. era consciente de que el trabajo de D. V. “iba más allá de una mera conversación”. La misión no era “dar un susto a su esposo” sino matarlo.

Según diligencias a las que ha tenido acceso LA VOZ DE ALMERÍA, existen un puñado de indicios incriminatorios contra la presunta asesina basados en las contradicciones de su relato y en el registro de sus llamadas telefónicas.

Según los informes, G. V. fue asaltado en la finca en algún momento entre las 13.30 horas y las 14.45 horas del pasado 13 de agosto. Sufrió un shock hipovolémico fruto de las puñaladas (14 identificadas en el pecho) y los cortes y murió en el cortijo presuntamente a manos de D. V.

La mujer confesó que había contactado con D. V. para pedirle ese “susto” a su esposo, pero negó que tuviera un conocimiento real de la entidad de la agresión. En su relato aseguró que habló en persona con D. V. y que el 14 de agosto (un día después del crimen) “fue a darle el pésame”. Dicho de otro modo, N. B. afirma que no sabía qué pasaba en el cortijo.

Dos números

Sin embargo, las diligencias de investigación de la Guardia Civil confirman que la acusada N. B. realizó 13 llamadas telefónicas a D. V. entre las 9.59 horas y las 15.27 horas del 13 de agosto, es decir, en la franja en la que se produjo el asesinato en Los Cabecicos. Además, habría contactado en dos ocasiones más con un segundo número de teléfono compartido por D. V. y su esposa.

La instrucción considera este elemento como clave para acreditar indicios de un asesinato por encargo, pero no es el único factor explorado por los investigadores. La acusada N. B. afirmó que solo tenía un teléfono móvil, tratando presuntamente de desvincularse de cualquier contacto con el supuesto sicario, pero los agentes han verificado la existencia de un segundo número, usado en los mencionados contactos la mañana del 13 de agosto.

Como es protocolario en estos casos, el Instituto Armado trabaja en un informe técnico para establecer la posición de los dos detenidos en el momento de los hechos a través de triangulaciones de señal en los repetidores. Se trata de un proceso de investigación bien conocido que debería aportar luz sobre la secuencia de hechos.

De momento, tanto N. B. como D. V. permanecen internados en centro penitenciario de El Acebuche desde el pasado martes acusados de un presunto delito de asesinato. El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número Uno ordenó el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza para ambos a la espera de la evolución de las pesquisas.