Almería afronta lo que, hasta el momento, es el quinto año consecutivo de sequía. Las lluvias del pasado fin de semana, después de casi medio año sin precipitaciones, no tuvieron entidad suficiente como para dar esperanza a los productores para regar los cultivos en el Levante almeriense.
La consecuencia de esa precariedad se ha hecho patente en los primeros compases de la campaña en el sector agrícola y ganadero, Organizaciones agrarias y la patronal han llamado a consultas a los productores y los datos indican que este año se han dejado de cultivar más de 5.000 hectáreas (superficie equivalente a más de 5.000 campos de fútbol) en el segmento de hortalizas.
Pero no sólo las hortalizas se ven penalizadas por la insistente sequía ya que a esas hectáreas hay que sumar otras cerca de 20.000 de cultivos cerealistas, olivos o frutales de secano que han sufrido una fuerte reducción en sus rendimientos, superiores al 50% en áreas del Alto y Medio Almanzora, Los Vélez o en el valle del Río Nacimiento.
La suma de precipitaciones de otoño, invierno y primavera, más este último verano, ha sido en muchas áreas den torno a un 60% inferior a la media de los últimos años, periodo que ya registró un descenso de lluvias y de nieve en las zonas más altas.
Se estima por parte de los agricultores y de la Federación de Comunidades de Regantes de Almería que en la provincia o se han dejado de plantar o se han registrado fuertes recortes en la productividad en una superficie de alrededor de las 25.000 hectáreas.
Para meteorólogos como Eduardo Romay, del colectivo almeriense de analistas climáticos ‘Cazatormentas’, la esperanza de que este otoño reaparezca la lluvia no es mucha, aunque el menos en las próximas semanas habrá un descenso de las temperaturas que permitirá frenar la evaporación de la poca agua que acumulan los suelos.
Y el caso es que desde Semana Santa las borrascas se han paseado por la mayor parte del territorio nacional, lo que ha supuesto un alivio importante del déficit hídrico acumulado en el Año Hidrológico 2023-24. Sin embargo, Almería no ha estado entre los territorios agraciados con las lluvias.
Esa falta de aportes ha quedado patente en la situación de los dos pantanos de las que dispone, los de Benínar y Cuevas, que suman poco más de 14 Hm3, en torno al 7% de su capacidad. Esa debilidad queda patente al recordar que la suma de los dos embalses almerienses presentan menos recursos de los que genera una sola desaladora de tamaño medio, como las de Almería o el Poniente.
En esta coyuntura la Federación de Regantes de Almería considera especialmente sangrante que a estas alturas siga fuera de servicio la planta desaladora del Bajo Almanzora, la situada junto a Villaricos, doce años después de que fuera inutilizada por una riada en el año 2012. “Ese agua es hoy más necesaria que nunca, pero la respuesta de los gobiernos actuales y anteriores, es lenta, olvidando que para Almería el agua es y debe ser considerada como una prioridad absoluta”, afirma el presidente de FERAL, José Antonio Fernández.
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