Canjáyar

“El esparto me da la vida”, José es el único espartero de Canjáyar

En la última quedada de esparteros que organizó acudieron más de 80 artesanos de todas partes

Marina Ginés
09:30 • 13 dic. 2024

En el pequeño municipio de Canjáyar, en plena Alpujarra almeriense, reside José Francisco Simón Clárez que a sus 37 años, el único espartero en activo de su pueblo. José fue diagnosticado una enfermedad degenerativa de las conocidas como "raras", y ha encontrado en el esparto una razón para seguir luchando, “para mi el esparto es vida”, y así este canjilón asegura que continuará realizando esparto hasta que la vida se lo permita.

José recuerda con cariño a José Navarro Ferre, más conocido como "José el de Pura", su tío abuelo, quien fue su maestro en el arte de trabajar el esparto. "Me metí por él, fue quien me enseñó. Desde pequeño me crie a su lado y aprendí el oficio", comenta con una sonrisa en el rostro. A lo largo de los años, José ha perfeccionado sus habilidades y ha incorporado nuevas técnicas de otros esparteros, convirtiéndose en todo un referente de la tradición espartera no sólo en Canjáyar, sino más allá de las fronteras de Almería.

Y es que José ha conseguido situar a su pueblo como capital del Esparto, “Hace dos años que organizo una quedada de esparteros en el pueblo”, un evento que lejos de ser una simple reunión, se ha convertido en un acontecimiento de gran éxito. De hecho en la última quedada se reunieron alrededor de 80 artesanos llegados desde lugares tan distantes como Málaga, Cádiz o Jaén. "Empecé con la idea en Facebook, en la página ‘Amigos del Esparto’, y lo tomé como una broma. No imaginaba que iba a tener tanto éxito. El próximo año volveremos a hacerla", explicaba este canjilón.

José es consciente de que el esparto es un oficio que, lamentablemente, está perdiendo fuerza entre las nuevas generaciones. "A la gente joven esto les aburre. El esparto necesita mucha dedicación, paciencia y tiempo, y hoy en día todo tiene que ser rápido", lamentaba el protagonista. La gente busca lo fácil, lo inmediato, pero el esparto es sinónimo de trabajo, de horas de dedicación y de un profundo amor por lo que se hace.

Sin embargo, para este vecino de la Alpujarra almeriense, el esparto es mucho más que una tradición. "Es mi vida, mi escape", confiesa. "El esparto me da la vida. Me permite desconectar, olvidarme de los problemas y sentirme bien". José no vende sus trabajos porque "nadie va a pagar lo que realmente vale esto", y prefiere compartir su arte con quienes lo aprecian, “muchas obras las regalo cuando alguien pasa por mi taller, pero la mayoría lo guardo aquí”.

Cestas, bolsos, burros, cruces, servilleteros, hueveras nada se le resiste al canjilón. José también se ha aventurado en el arte del esparto tintado, una técnica que le permite dar vida a piezas únicas. Para ello, utiliza tintes especiales adquiridos en Barcelona, y la técnica consiste en hervir el esparto con estos tintes durante un día completo. "Es un proceso largo, pero merece la pena. Me gusta hacerlo bien", explica orgulloso.

Este año, ha querido añadir un toque especial y navideño a sus creaciones y ha confeccionado una estrella gigante de esparto, decorada con luces que coloca en la puerta de su casa a modo de decoración. "Es mi manera de contribuir a la alegría de la Navidad". José Francisco Simón Clárez, el último espartero de Canjáyar, continúa con su labor, no solo por amor al esparto, sino también por preservar una tradición que corre el riesgo de desaparecer.

"Creo que soy el último espartero de Canjáyar, pero seguiré mientras pueda. Es mi pasión, y para seguir con la tradición, a veces hay que hacer sacrificios". En un mundo que cada vez valora menos los oficios tradicionales, la historia de José es un recordatorio de que el verdadero valor está en lo que se hace con el corazón.










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