Más pesebres que burros, más camas que ocupantes. Tras los días de vino y rosas para el sector, en los años 2005 y 2006 a rebufo de los Juegos Mediterráneo, en los que la provincia casi duplicó su planta hotelera hasta los 130 establecimientos, ahora la crisis se cierne sobre un gran número de tres y cuatro estrellas.
Desde la patronal del sector se estima que en el último lustro la facturación media se ha reducido en un 30% y la mayoría de las cadenas han optado por sobrevivir ajustando plantilla y abriendo solo en temporada alta.
La urbanización de El Toyo, la que estaba llamada a ser la perla de Almería, mantiene durante todo el invierno sus cinco hoteles cerrados (Barceló Cabo de Gata, Cabo de Gata Garden, Plaza Suite, Cabo Gata Mar y Alcazaba). No hay establecimiento que aguante con las puertas abiertas y con la práctica totalidad de las camas sin ocupar.
A la fecha hay 25.802 plazas hoteleras en la provincia y la mayoría de ellas están cerradas a cal y canto porque no se obtiene para cubrir gastos. Así lo explica Santiago Martín, miembro de la Asociación de empresarios turísticos de El Toyo y propietario de Viajes Cemo: “todo el sector está muy mal, sobre todo para aquellas cadenas que no tienen los establecimientos en propiedad y que tienen que pagar un alquiler”.
Martín valora el esfuerzo que se ha hecho con la apertura del Palacio de Congresos de El Toyo, “pero es difícil mantener abierto todos los meses a la espera de la organización de un evento puntual como el de la Intermunicipal del PP”.
Tampoco la planta hotelera de la capital, más especializada en el cliente urbano, está en una situación más boyante. Antonio Fernández, director de Gran Hotel Almería, uno de los establecimientos más emblemáticos de la provincia lo confirma. “Estamos saliendo hacia adelante con imaginación, ajustando cada vez más costes, con márgenes muy estrechos”.
La crisis también ha hecho mella en los más recientes hoteles que salpican la Avenida del Mediterráneo. Uno de ellos, el Vincci Mediterráneo, un edificio propiedad del Grupo Mañas Cano, acaba de cerrar sus puertas al no poder aguantar más la sequía de clientes.
Esta cadena desembarcó en Almería en 2002, mediante un contrato con Mañas de 15 años, que no ha podido cumplir hasta el final teniendo que pagar una cláusula de rescisión. Otros establecimientos como el Trip, cuyo inmueble también es propiedad de Mañas Cano, el Husa Gran Fama y el Hotel Elba echan de menos los ingresos derivados de celebraciones y actos institucionales de los que han vivido en gran parte y que, con la crisis, han menguado en un gran porcentaje.
Hoteles urbanos
Hoteles del centro urbano como el Torreluz, AC Hoteles o el Catedral tratan de aguantar el descenso del consumo y del gasto familiar encontrando su hueco entre la venta de habitaciones y el negocio de la hostelería.
Raquel Mañas, consejera de Almeriventas, empresa adscrita al grupo Mañas Cano, sin embargo, ofrece una visión menos tenebrosa del sector. “Es verdad que se han ajustado las rentabilidades como en todos los sectores, pero la situación no es tan mala, por lo que nosotros conocemos, de hecho, por el edificio del Vincci ya tenemos diez ofertas de cadenas hoteleras y estamos valorando cuál elegimos.
Mojácar, uno de los epicentros del negocio turístico de sol y playa tiene la práctica totalidad de su planta hotelera clausurada a cal y canto. Es el caso del Pueblo Indalo y otros hoteles de la urbanización Marina de la Torre pertenecientes la mayoría de ellos a la cadena Best con sede en Salou (Tarragona).
Allí sigue varado el Hotel Palacio de la Marina, que construyó el grupo 2002 de la familia Carabante. Hace más de cinco años que se construyó y no encuentra ningún operador que se comprometa a explotar, a pesar de ubicarse en un entorno privilegiado, en un lugar ocupado por familias de abolengo como los Chávarri y los Garrigues.
Es el mismo caso de la empresa Med Group, que promovió la urbanización de Macenas, que puso los cimientos y la estructura de un cinco estrellas a pie de playa y allí continua presidiendo el espacio como un gigantesco esqueleto de cemento y hormigón. Del Algarrobico, unos pocos kilómetros más hacia levante, mejor no hablar.
Roquetas es también este invierno un baldío para los hoteles. De la veintena de establecimientos, la mayoría de la cadena Hoteles Playa de la familia Rossell, solo cinco o seis están abiertos al público. Cinco estrellas como el reabierto Hotel Golf Almerimar y La Envía, donde acaba de desembarcar Vincci, tienen que empujar aún más para mantener un nivel de calidad acorde con su categoría.
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