Para comprender el trabajo que lleva a cabo Paco Valdivia durante todo el año, primero es necesario conocer cómo nace su pasión por el mundo del arte floral. El florista de Azabache es una de esas personas que nacen con algo especial. Paco, en concreto, nació con un don, con una habilidad para trabajar con las flores y hacer de ello un arte. Si no fuera así, no se podría comprender el hecho de que, en su niñez, fuera él mismo el que seleccionara, preparara y colocara las flores de su Primera Comunión. Aunque sea algo innato en él, Paco trabajó su capacidad como un escultor trabaja un trozo de madera, hasta crear un estilo propio.
Sus días tienen sólo 24 horas, como los de todo el mundo. Sin embargo, cuando llega la Semana Santa, consigue estirar al máximo el tiempo con un objetivo: responder a la confianza depositada en él por las hermandades de Almería. Desde el Domingo de Ramos y hasta Viernes Santo, el equipo de Azabache recorre su particular semana de Pasión colocando las flores que dan color y olor a los titulares de las hermandades de la capital y de localidades como Sorbas, Cuevas o Vera.
El trabajo del florista para las hermandades no es una labor de horas; no consiste sólo en colocar las flores la noche anterior, como muchos puedan pensar. Ya en Navidad, Paco Valdivia presenta sus propuestas a los priostes de cada uno de los pasos para los que trabaja. Esas propuestas son llevadas a la Junta de Gobierno y, en algunos casos, sometidas a votación posteriormente en un cabildo con todos los miembros de la hermandad presentes. Este complejo proceso viene a mostrar la madurez de una Semana Santa que ha comprendido la importancia que tiene el exorno floral. “Es algo que se ha profesionalizado, lo que se nota en el aumento en la calidad de las flores”, dice.
Más de dos décadas
Él llegó casi de casualidad al mundo de la Semana Santa hace más de veinte años, cuando una hermandad de Almería le buscó para montar un altar de cultos y, a partir de ahí, fueron llegando, años tras año, los encargos para llevar a cabo el montaje floral de pasos de distintas hermandades. Con su trabajo y su buen hacer como tarjeta de presentación, Paco trabaja todos los días de la Semana Santa para distintas hermandades, algo que le produce una enorme satisfacción personal y le quita muchas horas de sueño.
Cuatro o cinco días antes de que salga la procesión el florista empieza a llevar a la iglesia algunos de los materiales necesarios para colocar el adorno floral. El día antes, coloca los elementos verdes, los menos delicados. Por último, la noche previa a la estación de penitencia, se colocan las flores y, si son especialmente sensibles, esta tarea se realiza horas antes de que salga la procesión.
Este complejo proceso que empieza en fechas navideñas y que culmina una vez entrada la primavera se paga, sobre todo, con satisfacción. Para Paco, exponer sus trabajos en la calle ante miles de personas es la máxima realización profesional de estas fechas. El florista afirma: “La decoración floral es un regalo que las hermandades le hacen a una ciudad carente de jardines, flores y olores”. Además, se siente un privilegiado, ya que, como cuenta, las hermandades le permiten acercarse de una forma muy especial a las imágenes, a Dios, regalándole momentos íntimos únicos.
En cuanto a su responsabilidad, es consciente de que, en tiempos de crisis, las hermandades pueden presentar pocas novedades en materia de enseres y, muchas veces la innovación viene de la mano de nuevos conceptos florales. Paco resume su relación con las hermandades con una palabra: “Compromiso. Las hermandades tienen el compromiso de regalarle a los almerienses colores y olores y yo tengo un compromiso con las hermandades, que depositan su confianza en mí. Eso me da una responsabilidad enorme”.
A la hora de hablar de flores y de gustos, lo tiene claro: “Hay modas y estilos. Siempre desde el respeto a lo clásico y a lo tradicional, por supuesto”. El florista cuenta que, por ejemplo, si la tendencia de los últimos años estaba marcada por las flores grandes y blancas como los gladiolos, este año se verán trabajos más románticos, con colores crema y rosa palo y flores pequeñas como el jazmín o la rosa de pitiminí. Con este cambio de un estilo a otro “podríamos decir que la moda ‘vintage’ ha llegado a la Semana Santa”, afirma.
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